Disputada la primera fase para la clasificación de Albert Torres para los siguientes Juegos Olímpicos, su presencia en Tokio– igual que la de su compañero valenciano Sebastián Mora–, parece estar ya del todo encaminadas. | MIQUEL A. BORRAS - UH
El 24 de julio de 2020, es decir, dentro de un año, Tokio se convertirá por espacio de dos semanas en el semillero de los sueños olímpicos del deporte balear y del menorquín, en particular. Y mundial. Tras elevar sus éxitos hasta cotas inimaginables hace tres años en Río, los Juegos de la XXXII Olimpiada se plantean como el escenario de la posible despedida de algunas figuras indispensables en el panorama autonómico, de confirmación de talentos de presente ya asentados entre la élite, y los de la presentación de futuros valores y nuevas modalidades que entrarán en escena hasta el 9 de agosto, fecha de la clausura de un evento que ha confirmado en sus últimas ediciones a Balears como potencia dentro del equipo español. Y dentro de este abanico estarán casi con total probabilidad defendiendo los intereses de España, el base mahonés del Real Madrid de baloncesto, Sergio Llull; y el ciclista de pista ciutadellenc, Albert Torres, como embajadores del deporte menorquín en los JJOO 2020.
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