Tras muchos meses de aviso, llega 2013 con otra vuelta de tuerca en esta época de escasez económica, también para el fútbol modesto. Se ha estado anunciando, pero ahora va en serio. Para el fútbol, pero también para el resto de deportes. Hacienda y la Seguridad Social buscan dinero hasta debajo de las piedras y los clubes están en el punto de mira. El ejemplo está en Catalunya desde finales del mes de Noviembre pasado. En Balears, y en Menorca concretamente, el paradigma es el castigado Sporting Mahonés, con una deuda pendiente con Hacienda y la Seguridad Social de más de medio millón de euros, producto de la deficiente gestión de Paco Segarra.
La idea de la Administración es que todas las personas que trabajan o colaboran en un club, aunque solamente sea a tiempo parcial, o de manera más o menos desinteresada, y sea cual sea su remuneración, sean dadas de alta como asalariados. Es decir, que contribuyan en la Seguridad Social. Además, esta regulación se quiere aplicar de manera retroactiva: la Seguridad Social calcula lo que los clubes le deben por este concepto en los últimos cinco años.
Históricamente, la Administración no había hecho ningún tipo de reclamación, ya que prevalecía la idea de que los clubes no se debían tratar como empresas con relaciones laborales, sino como una entidad sin ánimo de lucro, con una función social. Esta idea ahora cambia radicalmente. En una época en la que la Administración le cuesta cuadrar los números, la Seguridad Social es rigurosa e implacable. Los clubes modestos se equipararán, con todas las salvedades que se puedan dar, con las entidades que son SAD (Sociedad Anónima Deportiva), como fue el caso del Menorca Bàsquet, que sí cumplen con la regulación y han de tener a sus empleados de alta y cotizando.
Los clubes -con la aquiescencia de las Federaciones territoriales, casi sin poder para presionar- siguen defendiendo que no tienen ánimo de lucro, y recuerdan que la única función de sus ingresos -cada vez menores con la crisis- es la de compensar gastos. Mantienen que muchas de las personas que están en este tipo de instituciones realizan su tarea de manera altruista para hacer una función social.
El concepto de 'dietas', el más utilizado por los clubes para 'pagar' a sus colaboradores -la mayoría de las veces pequeñas cantidades que cubren gastos, a veces ni eso-, a partir de ahora no se escapará de cotizar. Clubes que, paradójicamente, pasarán a tener un trato similar al del conjunto de entidades de Primera y Segunda División. Entidades que, globalmente, tienen una deuda reconocida con la Seguridad Social superior a los 10 millones de euros.
El primero, el sporting
El primer club en Menorca -y en Balears- en tener 'noticias' tanto de Hacienda como de la Seguridad Social es el maltrecho Sporting Mahonés, aunque en verdad, no fue tanto por la nueva situación como por su mal estado financiero, las deudas acumuladas y las diversas denuncias de la era Segarra. Pero más de uno piensa que fue tomado como ejemplo de cara al resto de clubes de Balears.
"Nos extrañó que no hicieran con ningún club lo que hacen con nosotros. Ahora sabemos por qué. Tenemos una herencia recibida desastrosa y lo tenemos todo embargado... y jurídicamente somos una entidad sin ánimo de lucro", asegura el actual presidente, Fernando Osuna, que cifra en 700.000 euros la deuda del club, "aunque vamos viendo nuevas deudas que no conocíamos". De esa cantidad, más de medio millón se deben a la Seguridad Social y Hacienda, tal y como se aseguró personalmente el dirigente sportinguista hace unos meses.
La Administración empieza centrándose en los clubes de Segunda B y Tercera División. En la Isla, tras el Sporting, la cuestión llegaría a Penya Ciutadella y CE Mercadal, ambos en la Tercera Balear. A sus presidentes la cuestión no les pilla por sorpresa. "Sabemos que llegará un día que nos apretarán. Pero hasta ahora era como que no se pensaba. Y que conste que la mayoría de clubes tiene a gente contratada, como los entrenadores que son coordinadores del fútbol base a la vez... Pero si hay que hacerlo con todos, quizá más de uno tendrá que cerrar", opina Xisco Pons, presidente del Penya.
"Es una mala jugada la que nos hacen a los clubes pequeños. Quieren que afloren hasta las cantidades más pequeñas, y obligará a poner al día el régimen laboral de todo el mundo, aunque sean colaboradores. Lo más problemático serán los jugadores, porque la mayoría de entrenadores de primer equipo suelen ser también coordinadores y están contratados normalmente. Pero una plantilla de veintidós... Eso será complicado. Nosotros por ejemplo tenemos al entrenador-coordinador y a los encargados del campo asegurados, pero yo como presidente ¿me tengo que contratar?", indica Toni Palliser, del Mercadal.
El rojiblanco da una clave. "Es cierto que venimos de una época en que había mucho 'cachondeo', pero habría que delimitar muy bien lo que es profesional y lo que es amateur. A un club de formación, sin ánimo de lucro, no lo pueden tratar como si fuera el Barça o el Madrid". Es la opinión generalizada en el mundo del fútbol sin pretensiones de bombo y boato.
El presidente de la Federació Balear, Miquel Bestard, también comparte este criterio. "Son dos caras de un deporte que no habrá más remedio que delimitar. El riesgo es muy grande. Si lo remueven mucho, se corre el riesgo de que peligren muchos clubes. ¿Cómo hay que tratar el deporte de base? Lo que se plantea no parece lo más adecuado", asevera el mandatario federativo, en una cuestión "que ya se trata en nuestras reuniones con cada federación territorial. Los clubes están muy temerosos".
Bestard incluso va más allá en su opinión. "Es una incongruencia total que quieran sacar dinero del deporte no profesional. Machacar a los clubes de Tercera para abajo puede ser terrible. Estamos hablando del que hace el mantenimiento del campo, del que lava la ropa... O son colaboradores o cobran 200 euros si llega, en clubes que se aguantan con alfileres. Incluso hay equipos de Segunda B que casi son amateurs, como el Binissalem. Si les meten mano, se deshacen". El dirigente balear se siente pesimista en esta cuestión. "Cuando la Administración coge la directa, no atienden a razones y son imprevisibles. Les da igual que un club eche el cierre".
Pero la determinación está clara y no hay marcha atrás. Buscando ejemplos fuera de las islas, en Catalunya están viviendo la problemática directamente desde principios de noviembre. La alarma saltó cuando el Ministerio de Trabajo notificó al Santboià, de la Tercera División, una deuda de 700.000 euros que, con carácter retroactivo, quiere cobrar la Seguridad Social. Una cifra que desde el mismo club indican que puede suponer la desaparición de la entidad.
La situación ha llevado a los clubes catalanes a estructurarse para presionar a la Federació Catalana y, de hecho, el pasado diciembre se creó una comisión de trabajo para hacer frente a las más que presumibles sanciones que llegarán a lo largo de este 2013 y para consensuar un marco legal al que acogerse.
En Menorca se creó el pasado mes de septiembre una comisión insular de clubes -coordinada por Mario Wollstein, expresidente del At. Villacarlos- como voz única ante la Federació Balear y para unificar costes diversos, como la Mutualidad y compras de material. Ahora podría sumársele la nueva situación.
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