Por los pelos. Menorca intentó vengarse de conquistas pretéritas enviando a Londres un equipo de profesionales, cada uno en lo suyo, que no surtió por poco. Sergio Llull, Albert Torres, Lluís Parparl Ramis Ayreflor, Pedro M. Pons Ester y las 'adoptadas' Ona Carbonell e Irene Montrucchio fueron el regimiento menorquín que se apretó los machos, recordó el cachondeo del siglo XVIII, cuando la isla cambiaba de dominaciones cada poco, y quisieron conquistar la capital británica bajo el lema 'Good save The Gin'. Lo consiguieron, a su manera, en la pista, en el agua, en la grada o detrás de la cámara, pero siempre derrochando simpatía, alegría y buen rollo. Un homenaje fotográfico para unos días que no se olvidarán nunca.
El que llegó más alto fue Sergio Llull. El escolta, a ratos base, y viceversa, se encaprichó con la medalla de oro y se la quería regalar a su familia. Se quedó a siete míseros puntos en la final (cayó 100-107 ante Estados Unidos) pero mandó un mensaje al baloncesto mundial. En cuartos le dijo a un tal Parker, "Eh, Tony, je m'apell Sergio Llull", después de anularlo en el último cuarto. La supergalaxia NBA -Parker, Lebron, Bryant, Kirilenko...-, ya conoce la garra, el pundonor y la entrega de un jugador que 'en un rato', el que él quiera, estará codeándose con los mejores del planeta.
'Idò', todo apunta a la NBA aunque con calma y con cabeza, como les gusta hacer las cosas a la familia Llull Melià. Aunque 'off the record' se cuenta que los comentaristas de la mejor liga del Mundo andan acongojados con tener que lidiar con un apellido que incluso a los de TVE les cuesta pronunciar. Será la era Sergio 'Youl'. Tiempo al tiempo.
Otro que voló en Londres fue Albert Torres. Cuatro años más tarde de lo que debía, el destino le devolvió aquello que jamás le tendría que haber quitado. Tras quedarse en la puerta del avión que iba a Pekín, Torres demostró que su condición olímpica es incuestionable y a la espera de que se actualicen las pruebas en las que puede tener serias opciones a medalla de cara a Rio 2016 volvió a Ciutadella con un diploma olímpico y un récord de España.
El entorno del chaval sabe que tiene la cabeza tan bien amueblada y una predisposición a devorar kilómetros y horas de trabajo que su presencia en Brasil, como la de Llull, parece segura. Torres tiene madera de líder aunque ahora disfruta de unos días por la Isla.
Fuera de la pista, otra historia menorquina que ha visto la luz y que ha tenido final (casi) feliz fue la de Lluís Parpal. El joven que trabajaba en una empresa de cátering dentro del complejo deportivo olímpico ha vivido unos días tan intensos con tantas anécdotas que jamás olvidará. En estas páginas quedó la duda de si podría colarse en la final de baloncesto, su sueño. A este licenciado la suerte le sonrió de nuevo. Aunque la suerte también hay que trabajársela o, sencillamente, esquivar la mala entrando, quizás, por una puerta donde el encargado no es tan espabilado como otros. Las duras jornadas de trabajo se vieron recompensadas con un asiento en la final. Faltó el oro pero Parpal tuvo que dejar algo para los Juegos de Brasil. ¿No? Todo llegará. De momento se contentó con compartir la medalla de plata de Felipe Reyes.
Otro punto de vista menorquín de esta cita olímpica lo puso Pedro M. Pons Ester en JPEG. Este fotógrafo no perdió la oportunidad de inmortalizar con su compañera de aventuras digital su presencia en la histórica final de los 100 metros lisos, donde Usain Bolt desafió a los Dioses del Olimpo, además de algunos partidos de voley playa, salto de trampolín, baloncesto, los 400 metros femenino o los 1.500 obstáculos masculino. ¿Medallas? No, el prefirió fotografiar todo aquello y compartirlo en las páginas de 'Es Diari' con todos sus paisanos.
Menorquinas con estilo
El caso de Ona Carbonell y de Irene Montrucchio se merece un punto y a parte. Puede que no nacieran en Menorca pero aman esta tierra más que algunos menorquines y entre las dos catalanas se encargan de hacer una publicidad más eficiente que según qué campañas millonarias. Las dos nadadoras de sincronizada vieron recompensado el esfuerzo de muchos años de entrenamiento con un bronce, en equipo, y una plata, para Carbonell en el dúo con Andrea Fuentes.
El equipo español lleva años luchando contra las chinas por la plata porque el oro, sencillamente, está en otro universo. Donde habitan y entrenan las rusas. Una pelea que las obliga, además de hacerlo lo mejor posible, a ser más originales que nadie.
Pero tanto esfuerzo merece unos días de playa, sol y desconexión total. Para recargar pilas, ilusiones y objetivos. Y todo ello, menorquinament... Como han sido estos Juegos.
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