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"Impossible is nothing" es un acertadísimo lema publicitario de una conocida marca deportiva. Significa que nada es imposible. En deporte, muchas veces es así. Hoy, a partir de las 16 horas (La 1), el mejor equipo de baloncesto que ha tenido este país en su historia se enfrenta por tercera vez en una final olímpica -las anteriores fueron en Los Ángeles 1984 y en Pekín 2008- a los inventores de este juego, a los que saben sacarle más rendimiento tanto económico como deportivo, a los únicos favoritos al oro porque (casi) siempre lo han ganado: Estados Unidos.

Ese casi entre paréntesis es un guiño. Está claro que los americanos son los mejores. No hace falta ni repasar los nombres. Es la NBA sobrada de talento y poderío físico, y quizá solo les falte uno de esos pivots increíbles en todo. Pero una final es, también, un partido. En un partido puede pasar de todo: en la final de los Juegos Olímpicos de Munich de 1972, unos rusos les ganaron. Hace 40 años, y todavía les escuece el hecho y la forma. No repitamos qué equipo es el favorito y cuantas probabilidades hay de tumbarlos. Pero quizá, esta vez también, "impossible is nothing".

Y allí, en el North Greenich Arena, un joven menorquín que no deja de soñar, que está haciendo historia para esta isla aunque ahora no piense en ello porque tiene que estar tan centrado en la tarea como sus compañeros. Sergi Llull, que será el primer menorquín en lograr una medalla olímpica y únicamente debe saber si la segura plata puede convertirse en oro, está cumpliendo su papel en un equipo que ha llegado a su objetivo, aunque a veces este mismo equipo se empeña en hacer sufrir al personal con altibajos de juego o con derrotas más o menos discutibles para evitar en el camino lo que se va a encontrar en la final.

El juego de Llull es todo electricidad. En estas olimpiadas se recordará sobretodo su gran defensa sobre el francés Tony Parker en el partido de cuartos. O por su ímpetu en la impresionante segunda parte española en la semifinal ante Rusia.

Pero todo ello, más todo el trabajo de sus compañeros, quizá deba olvidarse hoy. Delante hay un ogro. Los mejores. Otro entrenador, en otro deporte, en otro momento histórico, dicen que dijo "salid y divertíos". Quizá hoy Sergio Scariolo deba decir algo similar. Quién sabe si esa pueda ser una clave. Recuerden otro tópico, aquello de que "no tenemos presión". Quién sabe, sólo es un partido.

Ambos equipos estarán con sus mejores galas. Sergio Scariolo se ha encargado de recordar que los españoles no llegan al cien por cien. Por contra, entre los americanos nadie ha dicho nada sobre cómo llegan a esta final. Todos los precedentes se saldan con victoria americana. En Pekín fue un 107-118. En el amistoso del 24 de julio en Barcelona, 78-100. Hoy, veremos. Pero Menorca alucina con Sergi Llull. Suerte.