buen rollo. A pesar del duro viaje de regreso a casa, la expedición menorquina no perdió la sonrisa ni las ganas de pasarlo bien en todo momento - dino gelabert

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Unas trece horas de viaje después Menorca puso punto y final a su travesía en los IGA de Wight. No fue una última jornada agradable, por los continuos retrasos y el exceso de previsión, pero finalmente pasadas las 9 de la noche la expedición arribó al Aeropuerto donde esperaban cientos de personas para dar la bienvenida a los campeones en una estampa muy emocionante. Ahora quedan por delante dos años de entrenamientos, competiciones y un montón de sensaciones previas a los juegos de Bermudas 2013.

El día arrancó demasiado temprano para los menorquines ya que a las 6 de la mañana el grupo estaba citado en el hall del camping de Rookly. Caras largas, ojeras y cansancio en la mayoría de isleños que optaron por aprovechar la última noche para festejar los éxitos conseguidos. Pasadas las 6.30 horas los cuatro autobuses que llevaban a la expedición marcharon hacia el ferry que los tenía que devolver a Southampton. Desde allí, y tras un viaje de más de una hora por carretera, la delegación pisaba el aeropuerto de Gatwick sobre las 9.

El cansancio era evidentes y algunos se mostraron molestos por el exceso de previsión por parte de IGA Menorca ya que hasta las 15 horas no estaba programada la salida del vuelo. Pero lo que debía ser una aburrida mañana de aeropuerto se tornó una odisea por un fallo informático de la compañía que gestionaba el vuelo, lo que propició que los 177 menorquines presentes esperaran tumbados en el suelo haciendo cola para nada durante unas tres horas.

Fue entonces cuando regresó parte del buen rollo que ha presidido todo el viaje. Algunos optaron por entonarse unas canciones menorquinas en mitad de la terminal a ritmo de guitarra y caja de percusión, a pesar de que la seguridad de la instalación pidió en repetidas ocasiones que bajaran el volumen. Pero lo cierto es que 'Un senyor damunt un ruc' también se 'paseó' por Gatwick para jolgorio de todos. Otros mataron el tiempo con juegos de cartas o rememorando algunos momentos de los Juegos o comentando la jugada de la noche anterior.

Los menorquines mostraron su lado más agradable y extrovertido para sazonar un mediodía que se alargaba por segundos y en los que no había demasiada información por parte de Transavia. En lugar de a las 14.30 horas, el embarque fue pasadas las 17 horas y encima un cambio de personal de cabina propició otra hora más de retraso. Poco antes de las 19 horas el avión despegaba.

UN VUELO TRANQUILO
Tras dos horas de vuelo, la expedición llegó a Menorca donde fue recibida por una multitud de familiares y amigos que quisieron dar la bienvenida a los deportistas. No faltaron las risas, los abrazos y alguna que otra lágrima cargada de emoción. Menorca respondió a sus deportistas que regresan a casa, a disfrutar del verano tras un lapsus de una semana en las frescas tierras británicas, con 28 medallas en el zurrón.