El Club Volei Ciutadella celebra esta semana el 25 aniversario de su fundación. En este cuarto de siglo, la entidad ha ascendido como un cohete, protagonizando un crecimiento vertical que le ha llevado a ser uno de los referentes del deporte menorquín e incluso del balear. Se trata de un club que ha logrado profesionalizarse -el primer equipo quedó el año pasado subcampeón de la Superliga y en estos momentos lidera la de la máxima categoría- sin perder de vista la promoción del voleibol base.
La efeméride es una buena excusa para repasar la prodigiosa historia de la entidad. Y, para hablar de ella, este diario ha reunido a cuatro personas que han tenido un notable protagonismo en la misma.
Se trata de Joan Jover, uno de los fundadores del club y presidente en la campaña 1989-1990; el trabajador de este diario Bep Joan Casasnovas, otro de los fundadores, también ex presidente (en 1991) y ex entrenador; Bep Llorens, ex jugador, ex entrenador y actual director deportivo del club y Cati Moll, ex jugadora y actual presidenta (ocupa el cargo desde 2008 y también lo hizo entre los años 2000 y 2004).
Los orígenes
Al poco de sentarse alrededor de la mesa, las palabras de los invitados volaron a la Ciutadella de hace dos décadas y media, el momento en que los equipos de los colegios Joan Benejam, Nostra Senyora de la Consolació y Monte Toro (Verge del Toro, en la actualidad), se unieron casi por obligación.
El equipo de Nostra Senyora de la Consolació había logrado el ascenso a Segunda balear y, para que se consumara la promoción de categoría, estaba obligado a constituirse como club. De este germen tan modesto surgió la entidad más conocida de la ciudad. "Fuimos al notario y lo constituimos", cuenta Jover, que asegura que la entidad primigenia contaba con ocho equipos. "Al principio sólo había dinero para las camisetas, así que cada cual se compraba el resto de la ropa", cuenta Casasnovas.
"Entonces el volei estaba más extendido que ahora", rememora el periodista, "y el punto neurálgico en Ciutadella era el patio del colegio del Borne, donde se llegaban a juntar 400 o 500 personas". "Aquella era una plataforma de promoción buenísima", tercia Jover, "la gente pasaba y al oír el ruido decía '¿Qué pasa ahí?'".
Algunos profesores de los citados centros escolares, así como del instituto, contribuyeron a impulsar este deporte, que también dinamizaron los torneos de verano que se celebraban desde el año 83 y que contaban con "un ambientazo", tal y como lo define Moll.
primeros éxitos
En ese caldo de cultivo surgió el germen del club. El primer éxito, en forma de ascenso a la Primera Nacional, llegó de la mano del equipo masculino (en la temporada 89-90), que dio los primeros pasos en la categoría en el polideportivo de Ferreries. Como subraya Casasnovas, "entonces, contar con un pabellón cerrado era un lujo". El debut en Ciutadella se produjo en la última jornada, en un partido que supuso la permanencia en una categoría que perdería dos temporadas después. En 1993 fue el equipo femenino el que se aupó hasta la Primera Nacional, donde duraría tres campañas.
Con el tiempo el Volei Ciutadella sucumbió a una corriente general que alejaba a los hombres de este deporte, que se iba convirtiendo así en un reducto femenino. Esa sección se convirtió así en la punta de lanza de la entidad (de hecho, el club sólo cuenta hoy con dos equipos masculinos, uno en Primera Balear y otro en Minivolei). En 1998, el equipo femenino recuperó la categoría nacional y, como recuerda Moll, se comenzó a potenciar el trabajo de base del club.
Un punto de inflexión
Tras un lustro en un la tercera categoría nacional, donde cada año el equipo dio un paso adelante, el primer equipo, patrocinado por la marca Patricia, tomó la decisión de incorporar a jugadoras de fuera. El fichaje, en 2002, de Meritxell Alsedà y Elena Poluckina, supuso un punto de inflexión.
"Al principio, a los fichajes les teníamos que ofrecer cosas como un trabajo o vivienda para que vinieran", narra Moll. "Tuvimos mucha suerte con los dos primeros, Alsedà y Poluckina", valora Llorens. "Queríamos ver si era posible el ascenso y, ese año, fueron campeonas sin perder ni un partido", añade Casasnovas. La progresión de las jugadoras de casa y la incorporación de foráneas aceleraron los plazos y, en sólo tres años, las ciutadellencas dejaron atrás la FEV (la segunda categoría nacional), siendo aún un equipo semiprofesional. De hecho, Llorens destaca el gran trabajo de la plantilla: "las jugadoras se esforzaron tanto que incluso hacían pesas fuera de las horas de entreno para ganar tiempo".
Superliga
A partir de entonces, tras el debut en la Superliga, en 2006, la historia es la de un ascenso meteórico en la máxima categoría del voleibol. "Al principio, bromeábamos diciendo que nuestro objetivo era jugar en Europa", desvela Llorens, que añade que "el salto de FEV a Superliga fue muy grande"
Tras un año en la máxima competición nacional, el primer equipo cambió de patrocinador y se convirtió en el actual Valeriano Allés. A pesar de la mayor exigencia, los éxitos no tardaron en llegar: en la primera campaña en la élite, se logró el acceso a los play offs; en la 2008/2009 el Valeriano se proclamó subcampeón de Copa y el año pasado, debutó en la Copa CEV europea.
Tras este ascenso vertiginoso, ¿con qué bromea Llorens con el equipo? El objetivo del club es mantenerse en la privilegiada posición de los últimos tiempos, manteniendo su sólida base. El cohete busca alcanzar la velocidad de crucero.
De ser un club surgido de la necesidad en varios colegios y que sólo tenía dinero para las camisetas, ¿cómo se ha podido llegar hasta aquí? "El secreto ha sido la pasión de mucha gente que se ha implicado incluso trabajando sin cobrar", explica Casasnovas. "Y la seriedad", añade la presidenta, "no malgastamos, y siempre nos hemos esforzado en ser muy profesionales".
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