Cristina Triay, en un partido el año pasado en el Júpiter

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Para que a día de hoy en Menorca misma ver a chicas de corto y dando patadas a un balón sobre el verde de los campos de fútbol, antes en la Isla, tuvo que haber las primeras valientes que empezaran a romper estigmas en el mundo del fútbol, visto durante largos y eternos años como un deporte ‘de tíos’. Una de las pioneras del fútbol femenino actual fue la ciutadellenca Cristina Triay quien a sus 35 años y residiendo en Barcelona –donde trabaja como enfermera en el Hospital de Sant Pau–, todavía juega a un fútbol 11 que comenzó en aquel Sporting de Mahón de la temporada 2009-10. Luego, ya en tierras barcelonesas, se pasó al CEM Júpiter, Sant Andreu y actualmente juega en la UA Horta, tras haber competido Triay en Segunda catalana, Primera Catalana y la potente Preferente.

Esta extremo izquierda o derecha fue en el 2007 cuando empezó a jugar a fútbol sala con el Atlètic Ciutadella, ya que no había futbol 11 en la Isla. «El 2009-2010 se formó el primer equipo de F11 en Menorca, hicieron unas pruebas para fichar a chicas y ni me lo pensé, siempre quise jugar en hierba», exclama Triay, desde Barcelona y recordando aquellos difíciles primeros años. «Realmente no estaba muy bien visto que una chica jugara a un deporte de ‘hombres’, pero por suerte mis amigas y mi familia siempre me han apoyado. Desde pequeña siempre me han encantado todos los deportes, empecé con cuatro años a jugar a tenis hasta que encontré el fútbol y en mi casa nunca he tenido problemas en que lo practicara, siempre he sentido su apoyo», nos cuenta la ciutadellenca.

Triay compagina el fútbol con su trabajo como enfermera en el Hospital de Sant Pau

En los primeros años del Sporting, recuerda, «me sentí apoyada por gran parte de la directiva, aunque siempre ha habido mucha diferencia entre el femenino y el masculino; nunca he sentido del todo el apoyo de los chicos», admite Triay, a la que «todavía me queda energía para jugar. Para mí el fútbol es pasión, me da vida y en todos los equipos he tenido la suerte de formar parte de una familia y vivir momentos increíbles», narra, feliz de ser futbolista, pese a las trabas históricas y aún actuales a la hora de querer ser profesional al cien por cien. «De más pequeña soñaba con jugar con el Barça pero a medida que he ido creciendo y viendo las diferencias tan grandes que existían entre chicos y chicas, las dificultades que hay en la mayoría de equipos femeninos por parte de la directiva y las pocas ayudas que hay, se vuelve muy difícil aspirar a algo más», lamenta.

Cris Triay compagina el fútbol en el Horta –una entidad que apenas empieza– con sus ocupaciones laborales. «Trabajo como enfermera en el Hospital de Sant Pau y para ir a los partidos tengo que hacer malabares con los turnos en el caso que me coincida con un partido. También el hecho de entrenar a las 21:30 horas de la noche –la mayoría de los equipos femeninos siempre son el último turno para entrenar–, llego a casa muy tarde y a la mañana siguiente trabajo a las 7:00 horas, por lo que los días de entrenamientos y algunos partidos duermo menos y eso ya se va notando con la edad», explica entre bromas, hablando en clave menorquina. «La verdad es que no lo puedo seguir mucho pero creo que se ha avanzado mucho, ya que antes no había tantas chicas interesadas en jugar, o bien, no había mucha información sobre el fútbol femenino. Los que no creen en nosotras, que despierten, que no sean mentes cerradas y que para hablar, antes se miren algún partido de fútbol femenino», zanja.

El apunte

«En el Júpiter nos sentimos ninguneadas»

Si bien es verdad que para suerte de las chicas y del deporte en general, las cosas han cambiado mucho y para bien, todavía queda un largo camino por recorrer, en pro de la igualdad entre sexos y Triay, el curso anterior, vivió una mala experiencia. «El año pasado el Júpiter nos dijo que no sabía hacerlo mejor con el equipo femenino y que prescindirían de nosotras. Nos sentimos ninguneadas y despreciadas y ahora que en teoría el fútbol femenino está en auge, en el fútbol más amateur sigue habiendo muy poco apoyo y con muchas dificultades para hacernos un hueco», lamenta.