¿Cómo se produce su incursión en el Manacor, y qué tal la experiencia en la isla vecina?
—Estoy muy bien en Mallorca. Vine en 2019 para estudiar un grado superior a Manacor. Coincidió entonces que era el primer año del equipo femenino del Manacor y fiché para poder seguir jugando. Con el tema de la pandemia, en 2020, volví a a Maó, pero cada año el club me hacía una oferta y este año sentí que era el momento de volver.
Juega en el equipo de liga balear, ¿pero qué otras funciones desempeña en el club?
—Me saqué el nivel 1 de entrenadora y entreno en la ‘escoleta’ del club. Estoy con el grupo de niños de 6 a 9 años. Y en Mallorca hay una liga femenina alevín e infantil y llevo el equipo de niñas que tenemos en esa liga.
Por tanto, ¿entrenar podría ser una opción en el futuro?
—-Sí, hace algunos días que he empezado las clases del nivel 2. Me gusta mucho y quiero seguir formándome. Pero de momento lo que me gusta es jugar y es lo que quiero ahora mismo, seguir jugando, aun soy joven. Está claro que una vez me retire una opción para seguir en el mundo del fútbol es entrenar.
En Mallorca hay ligas femeninas de formación, a nivel balear se están dando pasos y se ha recorrido un trayecto impensable hace años.
—Sí, sí. Basta con ver la mayoría de equipos de liga autonómica todos tienen o un equipo ‘A’ en una categoría superior o un ‘B’ en una categoría más abajo. Y eso también es un reclamo para las más pequeñas, pues tienen sus referentes, hace que quieran jugar. Y había otras niñas que no querían jugar en categoría mixta, por lo que se acabó creando la liga alevín-infantil. Está esa liga y la liga cadete.
¿Qué análisis hace del Manacor? Un club histórico, de importante recorrido pero que ha labrado con éxitos del equipo masculino, ¿qué tal el femenino?
—Desde el primer año que estuve aquí y fue un desastre, pues nos metían diez goles en cada partido y éramos muy flojas, hasta el presente, el proyecto femenino ha crecido muchísimo. Y el club está dispuesto a todo con tal de que crezca y vaya hacia adelante. Tenemos un cuerpo técnico muy completo, con siete personas, con primer, segundo y tercer entrenador, preparador físico, una fisioterapeuta exclusivamente para nosotras, para el equipo femenino... Nos limpian la ropa, venimos al campo y está todo a punto… esos pequeños detalles demuestran que lo que el club quiere es que el equipo femenino vaya hacia arriba.
Esa apuesta del club, ¿tiene reflejo en lo social, entre el aficionado?
—Siempre queremos más, y todavía cuesta en el fútbol femenino que la gente se acerque al campo. En ese sentido, guardo un gran recuerdo de mi etapa en el Sporting, cuando fuimos campeones con Andrés Egea, que el campo se llenaba cada partido. Nosotras flipábamos. Aquí cuesta más. La gente del club viene a vernos, nuestras compañeras del equipo regional femenino vienen con sus familias... Pero a gente del pueblo y sin relación directa con las jugadoras les cuesta venir.
¿Se ve mucho tiempo en Manacor?
—Vine por un año. No sé de aquí a mayo o junio, cuando la temporada finalice, lo que me pedirá el cuerpo. Pero me encuentro muy a gusto en Mallorca, que al final es como Menorca pero más grande, y Manacor es un sitio como Maó. No es Palma, pero estás a media hora de Palma en coche, está muy bien. Y ojo, que soy muy de Menorca. Pero aquí estoy muy bien. Vivo con la segunda entrenadora, que todos esos trámites me los arregló el club. No tengo queja, ya veremos cuando acabe la temporada lo que decido, si sigo, si voy a otro sitio…
La liga balear. ¿Qué opinión le merece?
—Es una liga digamos que de dos velocidades. Hay varios equipos de la zona alta que están igualados y disfrutas viendo sus partidos, que son equilibrados. Luego hay otro grupo de equipos que son más flojos, que les está costando más.
¿Quizá es ese el peaje cuando se hace incursión en una liga nueva, como le está sucediendo a Menorca y UD Mahón, o como le ocurrió al Sami hace años?
—Exacto. En Menorca está ese problema, que cuando quieres entrar en competición debes hacerlo en una categoría de un nivel muy superior, lo que hace que tengas que remar el doble. El Sami demostró que un primer año es muy complicado, pero con el paso de los años el proyecto puede ir creciendo. Con Unión y Menorca ocurrirá igual, si saben aguantar el temporal y hacen las cosas bien motivarán a más niñas a que jueguen a fútbol… y ojalá hubiera en Menorca más equipos como el Sant Lluís, de su nivel.
Cuatro equipos menorquines en liga balear. Una cifra inimaginable hace o mucho. Para usted, que formó parte de aquel Sporting pionero en apostar por el fútbol femenino. ¿Esperaba que se alcanzara ese punto? ¿O quizá esperaba más?
—Creo que poco a poco irá a más, pero es una alegría tener cuatro equipos de Menorca en la liga. Me gustaría que hubiera más, pero siempre trabajando desde la base. La Unión ya empezó el año pasado con el alevín femenino, en la liga mixta, fueron muy valientes, es un modo de comenzar. Este año está el Ciutadella infantil. Trabajando desde la base, las chicas suben con un cierto nivel. Es muy complicado, habrá que remar mucho, pero está claro que hace diez años era impensable lo de ahora.
Por tanto, la evolución es real, y usted ha formado parte de ella. ¿Siente qué ha aportado su granito de arena desde ese Sporting precursor?
—Aun era una niña en esa época en que empecé en el Sporting, con 15-16 años, y me sirvió para ver desde pequeña como las veteranas del club remaron y lucharon para que el proyecto fuera posible, y al final hemos crecido con esos valores, seguimos con ese ejemplo, para que cada vez pueda haber más equipos femeninos y más niñas. Y quizá algún día podamos tener una liga alevín-infantil como en Mallorca. Ahora no está mal visto que una niña juegue, y a ver, yo nunca sentí rechazo y todos mis compañeros me trataron muy bien cuando estuve en un equipo mixto.
El apunte
Nacida en una familia de gran vinculación con el fútbol local
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