A tenor de lo manifestado por los dos técnicos, que quitaban hierro a lo que sucediera en este Ferreries-Alaior que se dejó los goles en el congelador(0-0), este partido podría haberse denominado "el derbi del despiste".
Frases como "no será determinante" o "queda mucho" intentaban darle esa pátina. Pero lo cierto es que la situación de ambos, más los descensos compensados de 2ª B, etc, etc, no invitan a mucho. Y lo visto ayer en Sant Bartomeu tampoco. Eso sí, mucha brega, mucho esfuerzo... pero mucho frío tanto en el ambiente como en el resultado, un poquito más favorable al Ferre que al Alaior, pero con pinta de insuficiente.
El duelo se inició con el agua-nieve por protagonista y muy pocas cosas sobre el césped artificial. Si esto fuera boxeo y no fútbol, en los primeros 45 minutos, a los puntos, hubiera ganado el Alaior. Sumó mayor posesión e insistencia, quizá por ser quién más necesidad tenía, quizá porque el Ferre quería ceder el balón e ir al contragolpe: tiró un par con Dani y López, más Thiago, con cierto peligro.
Pero las ocasiones más claras fueron visitantes: Juli estrelló un balón en el poste en una falta directa y Camacho obligó al portero Moll. Sin embargo, al filo del descanso el Ferre llevó la inquietud seriamente a la portería de Jesús. Tanto como un encontronazo entre Taltavull y el mismo portero al principio del partido que acabó en susto.
El segundo tiempo empezó con el mismo frío que congelaba los sentimientos.
Tanto Andújar como Moreno no introdujeron ningún cambio de inicio, como preveyendo que lo fueran a necesitar más adelante. En la tribuna principal, donde se agolpaba la mayoría de los cerca de trescientos aficionados que se dieron cita en Sant Bartomeu, a resguardo del agua-nieve, se podía oír entre el respetable que "este partido se decidirá por una falta o un contragolpe".
Era la opinión, por ejemplo, del técnico del Atlètic Villacarlos, Víctor Pérez. Como casi siempre, un error, una acción aislada, podría ser el detonante del gol que decantara la balanza.
Pronto movió el banquillo el Alaior. Moreno dio entrada a Joel, buscando más mordiente. En general, el duelo había decaído, aunque las estrategias eran similares: la mayor posesión albinegra contra el contragolpe blaugrana... Aunque el balón se acercaba más a menudo por los dominios ferrierenses, sobretodo en forma de faltas laterales, pero sin consecuencias.
De nuevo se tenía la sensación del combate de boxeo. A los puntos, los albinegros merecían considerarse vencedores. Pero el Ferre, agazapado, quizá podría propinar un "crochet" definitivo. Caían los minutos en el inmenso congelador que era ayer Sant Bartomeu y los espectadores esperaban ese "chispazo" que superara el "això és un poc flac".
El "chispazo" lo tuvo el albinegro Joel. Recibió un balón en línea de tres cuartos y encaró en solitario a Moll. El cancerbero puso una mano milagrosa y envió a córner en el 63, un córner que remató el mismo Joel y se marchó. Era un aviso. El empuje visitante hacía pensar que quizá el Ferre empezaba a jugar con fuego.
Se volvió a mover el banquillo. Andújar sacó a Bosch por Taltavull. Moreno a Coll por Pere. Ambos buscaban más energía, más empuje. El que tuvo Ernest para parar una incursión del Ferre en el 71 que le costó la amarilla y una falta en la que Jesús se complicó la vida, en unos instantes en los que Dani tuvo que ser atendido por un golpe. Pero era Joel el que daba la nota espectacular. En el 80 se inventó una tijera de perfecta ejecución que desvió con dificultad Moll a córner.
Ocho minutos después el colegiado José Luis Bosch vio unas manos del ferreriense Raúl y le enseñó la segunda amarilla, con lo que dejaba al Ferre con diez en el último tramo. Decimos el último tramo: el crono se paró en el 88. Quizá se congeló. Como este empate que no satisface a nadie. O quizá sí.
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