Sin novedades en el frente. El Real Madrid paseó su corona por el césped del Estadi Maonès en un partido al que, si no fuera por la entidad del rival, le sobró la segunda parte. El equipo blanco resolvió un partido que nunca se le complicó en una plácido primer tiempo y luego aprovechó para repartir minutos entre los menos habituales. El Menorca, que anda de preparación para la Liga Balear, intentó estar a la altura del choque pero se vio superado por un rival que tampoco le echó toda la garra y todas las ganas que se esperan de él. Al final, 0-3 y la sensación de que el Menorca podría haber maquillado mínimamente el resultado con un premio a la perseverancia.
Desde el pitido inicial, el Madrid se adueñó del balón y se dedicó a hacerlo circular en busca de un error del rival. Los menorquines aguardaron para salir a la contra ante un adversario que jugaba demasiado seguro de sí mismo y confiado en sus posibilidades. Al cuarto de hora Rafa Páez certificó esa superioridad con el 0-1.
El Madrid tenía su mejor hombre en punta, Adrián Dalmau, aunque en algunos momentos le afectó una severa falta de puntería que por momentos le sacó del partido. A pesar de ello, el brillante ariete fue capaz de domar los nervios en el 0-2 (min. 26) y el 0-3 (min.37), dos joyas marca de la casa, de '9' puro y que sirvieron de buen precedente para el descanso.
Tras el paso por el túnel de vestuarios, el ritmo, la intensidad y la garra bajaron con creces. El Madrid regaló algo más la posesión del balón y sólo achuchó en jugadas aisladas. Lozano se sacó un zapatazo que repelió el poste y Dalmau se peleó con su particular 'hat trick'. El carrusel de cambios afectó más a los blancos que a los azulgranas, que evidenciaron en los segundos 45 minutos una buena línea defensiva.
El local Jonathan tuvo, en el 68, la mejor opción para marcar pero De la Calzada lució galones.
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