Puede que no fuera el inicio del Mundial deseado pero lo que importa no es cómo empieza, sino cómo acaba. Pecó España y sus alrededores -Prensa, afición, Directivos...- de soberbia triunfal y prepotencia que se nos atragantó junto con la pastilla de chocolate suizo. Topetazo a las primeras de cambio y, según una encuesta ayer, el 81 por ciento de los españoles que no ve a España como campeona.
Somos así. Para lo bueno vamos a muerte, pero cuando se nos cruza un imprevisto o un vaca suiza en mitad de la carretera, tendemos a acongojarnos y a cambiar la zamarra roja pasión-furia por otra incolora y derrotista. Y en realidad no fue tan mal. Nos mal acostumbró la pasada Eurocopa, la última que ganamos (Mensaje subliminal positivo), que ganamos todo lo que jugamos con un juego brillante y, en cierta medida, nuevo, que pilló desprevenido a cuanto rival nos salió por el camino.
Ahora toca echar mano de casta, calidad, bemoles, los del toro de Osborne si hace falta, y saltar al ruedo ante Honduras, que será un rival, a priori, de menor calidad que Suiza pero que imitará su juego tosco, pobre y feo, que tan buen resultado le dio. Se dice que aprender de los errores es muy bueno, no hay mejor momento para aplicarse el cuento.
En casi todo esto coinciden los cinco entrenadores que opinan sobre el debut de España, Marc Serrano, Yeray Rodríguez, Antonio Asensio, de Tercera, Tobal Tudurí, hasta ahora de División de Honor, y Joan Esteva, de Segunda División B. Y ellos, como el seleccionador Vicente del Bosque, saben de lo que hablan.
Y a nosotros, prensa y aficionados, nos toca darles un voto de confianza. Porque 'al loro, que no estamos tan mal...'.
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