Llull, durante el partido ante el Varese el pasado sábado en el Pavelló. El base mahonés fue aclamado varias veces por la grada | Manolo Barro

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El Estrella Damm Ciutat de Maó ya es historia. Y con certeza. Puesto que la edición de este 2024 del torneo que el Hestia Menorca promueve cada año en el preámbulo de la temporada se ha distinguido como la mejor desde su creación.

En su cuarta entrega con producto nacional y segunda consecutiva con representación extranjera (el Ulm alemán, entonces campeón de la Bundesliga germana, inauguró el año pasado ese apartado), el evento mahonés ha traspasado este año una línea más, tal vez impensable al lograr por ejemplo que se reeditara en el Pavelló la final de la Copa de Europa más repetida de la historia y con Sergio Llull como gran protagonista.

De inmediato, revisamos algunos de los aspectos más relevantes de un ‘Ciutat de Maó’ cuyo recuerdo, por motivos varios, se mantendrá eterno en la memoria del buen aficionado local.

Llull con Paco Franco y Oriol Segura en el tributo que le hizo la FBIB | Manolo Barro

Clásico

La presencia del Hestia Menorca en su torneo se presume un atractivo. Pero también una coyuntura lógica, en tanto que por medio de esta cita el club acostumbra a instrumentalizar la puesta de largo del nuevo proyecto ante su afición. Menos habitual sin embargo es que el ‘Ciutat de Maó’ contextualice el que ha sido uno de los más grandes partidos en la historia del baloncesto continental y mundial, a su vez, el duelo más reeditado en la historia de la final de la Euroliga.

Puesto que Real Madrid y Pallacanestro Varese, en su momento el mítico Ignis, rivalizaron en cuatro finales de la actual Euroliga en los años 70 (en 1974 y 78 ganó el equipo blanco; en 1975 y 76 lo hizo el italiano), en dos semifinales (1970 y 71) y tres liguillas de cuartos de final.

Además, significar que el Madrid es el rey de la competición con once títulos, mientras que el Varese, único club de la historia capaz de jugar diez finales de modo consecutivo (entre 1970 y 79), tiene cinco entorchados. Muchos años después, la rivalidad se revivió, aunque fuera puntualmente y fuera del marco de la gran competición, gracias al Estrella Damm Ciutat de Maó.

Espectáculo

Con similar preámbulo, el partido no podía defraudar, aun a pesar de que el Madrid, algo habitual durante una pretemporada, movió mucho el banquillo y dio minutos a hombres que presumiblemente tendrán un rol más residual a lo largo de la temporada, mientras que el Varese viajó la Isla desprovisto del escolta Nico Mannion, uno de sus mejores y más reconocibles jugadores, pero que al estar aquejado de unos problemas físicos se optó por no forzarle y descartar su presencia horas antes de emprender rumbo a Maó.

Pero una vez el balón estuvo en el aire, el espectáculo fue de calidad y la emoción brotó a raudales. Llull, arropado por una grada que le recibió en pie y no cesó de ovacionarle, jugaba de nuevo en su casa trece años después de hacerlo con el Madrid y once con la selección balear; Mario Hezonja desplegaba ese talento y elegancia casi exclusivamente inherente a los ejemplares surgidos en la antigua Yugoslavia; el inmenso Tavares mandaba en la zona, mientras que como contrapunto el Varese, a golpe de triple y de acción a campo abierto con Justin Gray y sobre todo Jaylen Hands (el ex del Zunder Palencia hizo 33 puntos y deleitó en la Isla) como grandes estiletes, pero asimismo con una propuesta en su juego colectivo de lo más eficaz, presentaba, no solo su réplica al potencial madridista, sino sus credenciales para ganar el partido. No en vano, el cuadro lombardo dominó el marcador, salvo algún minuto excepcional, hasta los últimos compases de un encuentro al que la eliminación por cinco faltas personales de Harris y del mencionado Wards contribuyó a que declinara del bando español (83-79).

Gran respuesta

Y la afición respondió. Alrededor de tres mil espectadores congregó el otrora clásico de Europa en la tarde del sábado en el Pavelló, una cifra de récord en la cronología del torneo y muy respetable al tratarse de un partido amistoso (uno de cada 30 habitantes de la Isla acudió al partido). El propio Sergio Llull hizo alusión después del duelo a la «mucha afición» que existe en Menorca por el baloncesto, lo que tuvo claro reflejo en la grada.

Lógicamente, el base internacional forjado en la cantera de La Salle Maó fue el gran protagonista de la velada. Acaparó el cariño y las ovaciones de sus conciudadanos, los homenajes que se sucedieron (de la Federació Balear y del Govern), la atención de los medios… Pero no se puede omitir el gran apoyo que se localizó en pro del Varese entre los muros del Pavelló.

Ya fuera por su juego vistoso y espectacular, ya fuera por la presencia de diversos seguidores italianos en el Pavelló, ya fuera por la nutrida afición barcelonista que radica en una Menorca que es de mayoría blaugrana, ya fuera por la grandeza que emana y el tremendo y espectacular palmarés que atesora el legendario cuadro italiano, o ya fuera por los términos de gran equilibrio en que se manejó el partido, este por momentos pareció disputarse en el Palasport Lino Oldrini de Varese.

Presentación

Quizá la pomposidad de un Real Madrid-Pallacanestro Varese y lo que significa al ‘planeta basket’ o la simple venida del cuadro blanco motivó que estas dos grandes escuadras acapararan el foco del ‘Ciutat de Maó 2024’, pero este contó dos partidos, y el primero valió para poder ver por segunda vez esta pretemporada tras su duelo ante el Palma al Hestia Menorca.

El equipo de Javi Zamora anduvo incluso cerca de sorprender al Varese (74-81), en lo que podría considerarse su primer test de nivel después de tres partidos este mes de septiembre. Y sin rechazar que del equipo italiano que estructuran el mítico exjugador argentino Luis Scola en calidad de manager y su compatriota Herman Mandole desde el banquillo (alumno aventajado del gran Julio Lamas) sin el lesionado Nico Mannion y recurriendo a las típicas probaturas de un encuentro de preparación se hace complicado el poder calibrar hasta qué punto y nivel se empleó (se presume que menos que 24 después ante el Madrid), el colectivo menorquín exhibió en varias secuencias del enfrentamiento momentos de brillantez que quedan al margen de la disposición que tuviera un rival que, cabe recordar, milita en la máxima categoría del basket italiano.

A título individual, fundamentalmente rescatar la actuación del búlgaro Pavlin Ivanov, autor de 17 puntos, fichado este verano, de Diego Alderete (15 tantos y 17 créditos de valoración para el capitán) y del sueco Guillermo Falk, otro de los recién incorporados que firmó 16 puntos, 6 rebotes y 19 de nota.

En suma, el Estrella Damm Ciutat de Maó 2024 se recordará por haber acogido el primer enfrentamiento de la historia en la Isla entre dos equipo campeones de Europa como el Real Madrid-Varese (puesto que cuando Joventut y Barcelona se vieron las caras en el Ciudad de Mahón de 1984, organizado por el CD Alcázar para conmemorar su 40 aniversario, ninguno de los dos equipos catalanes era todavía campeón de Europa) y por significar un evocador banco de pruebas para el Hestia Menorca, que en apenas dos semanas entra en liza en la liga de Primera FEB. Claramente, un torneo para el recuerdo.

El apunte

Este viernes, cita con el Castelló de Joan Faner

Tres partidos en poco más de una semana ha disputado el Hestia Menorca, que en ese sentido detiene ahora su actividad hasta este viernes, día 20, en que se mide en Maó al Amics Castelló en partido correspondiente a la tercera jornada de la Copa de España.

Por tanto, será este el primer partido ante un rival de su liga para el cuadro menorquín, con el factor emotivo añadido de que en las filas rivales milita el base ciutadellenc Joan Faner. Posteriormente, el domingo 22 el Menorca tendrá el segundo partido del AON Illes Balears ante Palma Basket Mallorca y el día 28 el inicio liguero con el recién ascendido Zamora.