A estas alturas de la competición la humildad es un escudo que protege poco y mal. Nadie llega por casualidad a una final de la LEB Oro en la que el premio es un ascenso a la ACB y menos el Melilla, un clásico de la categoría que ha sacado sus dos últimas victorias por raza, ni mucho menos un Menorca al que le ha acompañado el cartel de favorito durante toda la temporada. Arranca la pelea definitiva por el ascenso en un ambiente que la SAD espera que sea mágico, como el de las grandes citas, y donde caer está permitido pero levantarse es una obligación.
Los dos equipos llegan al primer 'round' en dinámicas bien distintas. Mientras el Menorca ha tenido siete días para descansar, recuperarse de las heridas de guerra y preparar el partido tras deshacerse del Navarra por la vía fácil (3-0) y con el factor cancha en contra, el Melilla solventó su pase a la final el martes, descansando el miércoles y viajando a la Isla durante el día de ayer, sin tiempo para reponer fuerzas y ánimo tras una igualadísima y brillante lucha con el Cáceres en semifinales que se decantó por la Ciudad Autónoma en el quinto asalto (3-2) tras el decisivo 91-81 y empatando la serie a 2 el domingo con dos tiros libres sobre la bocina de Salva Arco.
En cuanto a moral, puede que el conjunto de Gonzalo García de Vitoria llegue un pelín mejor ya que han apelado a la épica para remontar en semifinales cuando literalmente estaban eliminados y no solo en semifinales sino también en cuartos donde apearon al Lleida. Los de casa, por su parte, han aprendido en este play off a ganar lejos del Pavelló, lo hicieron en Navarra y Lugo y están exhibiendo el mejor baloncesto del año.
Como ya sucediera en la semifinal, la carga física pasa mucha factura a estas alturas por lo que quizás el mayor y mejor descanso menorquín suponga un handicap para los melillenses. Sobre la pizarra, el Menorca tiene un banquillo más profundo y más fiable, además de contar con todos sus piezas fundamentales al máximo, a excepción de Marc Blanch que sufrió un esguince el día del 3-0 contra Navarra y que le puede hacer descansar hasta el domingo, como mínimo. El Melilla, por su parte, ha acusado un parte de guerra muy severo en esta travesía. Tras perder a Troy DeVries que se fugó a la ACB en marzo, se suma la lesión del alapívot americano Ridge McKeither.
Con la fragancia de la ACB sobrevolando el Pavelló, arranca la final soñada. Amunt Menorca!
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