ovación. A la llegada de Piqué a Ciutadella le esperaba un grupo de amigos para felicitarlo - Paco Sturla

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Que nadie se preocupe, que esta crónica hablará del futuro. Alfonso Piqué no terminó ayer la vuelta a Menorca por las condiciones adversas que se encontró, pero lo hará en primavera, no cabe ninguna duda. No fue ayer, pero será. "Cuando estaba en el camino después de la playa de Binimel·là ha empezado a llover y veía como se formaban torrentes de agua y he pensado, "si sigo corro el riesgo de resbalar y caer". Por una vez, y sin que sirva de precedente, la mente le ganó la partida al corazón. "Yo lo único que quería era seguir corriendo". Sobre las 18.30 horas y a falta de los 30 kilómetros más duros del Camí de Cavalls, Alfonso tiró la toalla, pero volverá. Seguro.

Por aquel entonces, el ciutadellenc llevaba 33 horas corriendo y caminando. "No estaba cansado, me sentía bien, lo único que tenía era irritaciones pero de cabeza estaba bien", explica el joven valiente. Esta experiencia ha contado con buenos momentos y con otros no tanto. "Durante la noche sólo paré para comer, beber y hacer mis necesidades y he estado acompañado en todo momento por Diego Torrente". La verdad "es que sin luz y lloviendo no se veían las señalizaciones demasiado bien y nos hemos perdido en algunas ocasiones", admite Piqué, que destaca "la salida del sol coincidió con mi paso por Addaia y la verdad es que fue una imagen muy bonita".

"Estoy satisfecho, aunque es una lástima no poder terminarla, pero la próxima vez elegiré mejor las fechas, quizás en primavera", se aventura. Lo que no cabe duda es que a Piqué le sobra aplomo, ganas e ilusión para cumplir el reto. Aunque no sea a la primera.