Caterina Vicens

«Hacer ejercicio físico puede ser tan eficaz como tomar un ansiolítico»

Es médico de familia e investigadora de Atención Primaria y lidera un proyecto para reducir el uso y abuso de las benzodiacepinas y de otros medicamentos como los antibióticos

La doctora Caterina Vicens en su consulta, en el centro de salud Son Serra la Vileta. | Teresa Ayuga

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Lidera diversos proyectos de investigación desde Primaria para reducir el consumo de ansiolíticos y antidepresivos en la población de las Islas. Sus trabajos han sido reconocidos por la comunidad científica en diversas ocasiones y aplicados con éxito en los centros de salud de las Islas. Desde su consulta, en Son Serra la Vileta, lleva años ayudando a sus pacientes a quitarse fármacos innecesarios y, especialmente, los que generan más dependencia.

Somos uno de los países que registra mayor consumo de ansiolíticos y antidepresivos.
—Es cierto que se consumen en una proporción elevada a nivel nacional pero también es cierto que en Baleares estamos por debajo de ese consumo medio y que además, la tendencia de los últimos años es descendente.

¿A qué cree que se debe?
—Es un tema social y cultural, hay una clara tendencia a la medicalización y se consumen benzodiacepinas en situaciones en las que podrían usarse otros recursos, como el ejercicio físico, que es muy buen ansiolítico. Hay mucha problemática social que genera malestar y que se tolera mal y queremos que el médico nos aporte soluciones rápidas. El problema no está en usarlas puntualmente, en cuadros agudos de ansiedad ayudan mucho y son muy eficaces. El problema viene cuando el consumo se prolonga porque genera dependencia.

¿A partir de cuántos días?
—Lo ideal es evitar que se prolonguen más de un par de semanas, aunque depende de la situación que esté pasando cada persona. Es recomendable que el paciente las tome sólo unos días, hasta que pase la parte más aguda de lo que produce su malestar. Luego se trata de dejarlas e ir adaptándose a las circunstancias. A los 15 días no se viven igual los problemas. El mayor éxito es evitar que los tratamientos se cronifiquen, es ahí dónde hay que incidir.

Y una vez cronificada, la deshabituación no debe ser fácil.
—Hay gente que lleva hasta 20 años consumiéndolas y su retirada es complicada, con un grado de dependencia como cualquier otro tóxico. Es frecuente en personas de mas de 65 años y, especialmente en mujeres, que son las que más consumen porque se las dieron en un momento que se encontraban mal sin un plazo para dejarlas y ahí se generó la dependencia.

En general ¿Cómo aceptan la propuesta de retirada?
—La retirada se tiene que hacer con su consentimiento. Las decisiones han de ser compartidas, los médicos proponemos pero decidimos juntos. Es importante informar de los efectos adversos de estos consumos, que está demostrado afectan a un deterioro cognitivo, aumenta el riesgo de caídas y, por consiguiente, de fracturas. Hay pacientes que se resisten pero hay que motivarlos para que quieran. En el fondo somos responsables, les hemos dado la medicación, hemos generado su dependencia y tenemos que implicarnos en su deshabituación.

¿Cómo se aborda desde la consulta del médico de familia?
—Lo ideal es incidir en la primera prescripción, dar unas pautas claras, una duración concreta del tratamiento y explicar que pueden generar dependencia. Para la deshabituación, primero hay que evaluar al paciente, descartar que no esté con un cuadro depresivo o con algún otro problema de salud mental. Si no hay comorbilidad psiquiátrica, se va haciendo un descenso paulatino de las dosis, bajando cada dos o tres semanas un 25 %, hasta que se retira por completo. También depende de la cantidad de años que se hayan tomado, cuanto más sean, más complicado resulta.

Desde 2018, cuando inician este proyecto, el consumo en las Islas iba descendiendo hasta que llegó la pandemia
—Sí así es, el consumo iba descendiendo hasta los años 21 y 22, que volvió a aumentar aquí y en toda España. En parte porque muchos tratamientos se automatizaron y hubo un menor control. Pero a partir del 22 se está volviendo a reducir.

Gracias a su trabajo
—Es un trabajo de todo un equipo y aunque yo lo lidere, sin ellos no habría sido posible. Isabel Socias, Francisca Fiol, Santiago Alegret y Catalina Mateu, han sido imprescindibles en todo este trabajo.

¿Próximo objetivo?
—Este año vamos a implementar otro proyecto en Primaria, y además de la reducción en la prescripción de benzodiacepinas abordaremos otros grupos terapéuticos inapropiados en mayores, como los inhibidores de bomba protones y los antibióticos.