JOAN GROIZARD

«Más allá de la estrategia geopolítica, la energía es una cuestión de supervivencia»

Groizard asumió el cargo hace cuatro meses tras su paso por la Direcció General de Canvi Climàtic y la dirección del Instituto para la Diversificación y el Ahorro de Energía

Groizard, en una imagen tomada en la Delegación del Gobierno en Baleares. | J. Morey

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Joan Groizard (Palma, 1989) accedió el pasado noviembre a la Secretaría de Estado de Energía tras ser el director general del Instituto para la Diversificación y el Ahorro de Energía (IDAE) y, en Baleares, el director general d’Energia i Canvi Climàtic. Su nombramiento fue consecuencia del salto de la ministra de Transición Ecológica, Teresa Ribera, a la Comisión Europea y su sustitución por la entonces secretaria de Estado, Sara Aagesen.

¿Cómo ha sido el paso de la dirección general del IDAE a la Secretaría de Estado de Energía?
—Mi trabajo siempre se ha situado en el ámbito de la energía y la lucha contra el cambio climático. Mi labor en Balears y en el IDAE han servido de aprendizaje para llegar a la Secretaría de Estado, siempre rodeado de personas con perfiles profesionales excepcionales.

Con el IDAE -ahora es usted su presidente- ha gestionado un gran presupuesto gracias a los fondos Next Generation.
—Nunca el IDAE había gestionado tanto presupuesto, lo que ha servido para reactivar la economía y contribuir a la transformación del modelo productivo. De este modo, el IDAE se ha convertido en una herramienta imprescindible para la transformación energética. En la actualidad, la gran mayoría de los fondos Next Generation gestionados por el IDAE ya están asignados, encontrándose en fase de ejecución y seguimiento. Algunos ya están ejecutados y certificados, y, al mismo tiempo, otras convocatorias ya están en marcha.

«Será difícil una mejor calidad de vida si siempre estamos batiendo récords»

¿Y una vez finiquitados los fondos Next Generation?
—Habrá unos fondos europeos FEDER por 700 millones de euros para el almacenamiento de energía, principalmente destinados a empresas.

Como secretario de Estado, ¿cómo ve la incidencia geopolítica, con Trump como presidente de EEUU y la guerra de Ucrania como escenario de fondo?
—Más allá de la estrategia geopolítica, la energía es una cuestión de supervivencia en la que se ha comprobado la necesidad de reducir la dependencia del exterior, que puede ser muy peligrosa. Europa no es rica en combustibles fósiles y su autonomía pasa por las renovables.

Las renovables nos hacen más competitivos.
—Sí, son una herramienta de competitividad que hacen más seguro el marco europeo energético, más allá de la lucha contra el cambio climático. Con las renovables, tenemos el recurso y somos más autosuficientes. Además, el impulso a las renovables nos permite profundizar en la investigación tecnológica. España es un país puntero en energía eólica, pero podríamos impulsar la producción de placas solares. Ahora nos suministramos con proveeedores externos, pero eso también crea una situación de dependencia, sujeta a contextos internacionales. Vamos a activar ayudas para la fabricación de placas solares en España. Un dato: un solo barco de transporte de placas solares equivale a entre 50 y 100 barcos que transportan combustibles fósiles para producir la misma energía. Si además producimos las placas en España, pues muchísimo mejor.

«Sin el segundo cable con la Península, cada año hay un sobrecoste de 150 millones de euros»

Supongo que sigue la realidad balear. Ahora está en trámite el Pla de Transició Energètica.
—Sí, es un plan derivado de la Llei de Canvi Climàtic i Transició Energètica, de 2019, que fue un auténtico referente. El despliegue del plan es positivo, siempre que cuente con una diagnosis adecuada y medidas concretas. Creo que existe un consenso respecto a la necesidad de avanzar en la transición energética, pero hay que aplicar medidas específicas a partir de una visión de conjunto y transversal. Unas medidas serán más difíciles de aplicar y otras más fáciles, pero deben estar enmarcadas en la transformación y la diversificación del modelo productivo, con la creación de otros tipos de puestos de trabajo y nuevas oportunidades económicas y sociales, con inversiones que se recueran muy rápidamente. La transición energética no es sacrificio, sino todo lo contrario.

¿Es compatible en Balears la transición energética con un crecimiento de la población y del número de turistas?
—La transición energética está ligada a toda la actividad económica y a la capacidad de carga ambiental, social y de infraestructuras. El objetivo será siempre conseguir una mejor calidad de vida y un mejor desarrollo económico, lo que será difícil si siempre estamos batiendo récords. Parece que sobre esto también hay cierto consenso social y político.

¿Qué supondrá la segunda interconexión Península-Balears?
—Será una infraestructura estratégica, muy importante, pues refozará la seguridad energética de Balears con una mayor aportación de renovables. El proyecto técnico es muy solvente y debe contar con el máximo consenso social y territorial. No hay tiempo que perder. Cada año sin esta segunda interconexión, supone para Balears un sobrecoste energético de 150 millones de euros.

El negacionismo se expande.
—Lo preocupante es que tiene más espacios en redes sociales, medios de comunicación, parlamentos y gobiernos. En estos últimos casos, se convierte en un negacionismo activo, ya no sólo de discurso o relato. Ante todo ello, hay que asumir una responsabilidad colectiva y exponer la información y los datos científicos claros. Estamos batiendo récords meteorológicos y nos estamos jugando mucho, no sólo desde el punto de vista ambiental, sino también económico y de seguridad.