Aunque carecen de cuerdas vocales, sabemos que algunos peces emiten sonidos para comunicarse con su entorno, lanzar señales de alerta, ubicarse o llamar la atención de otros ejemplares de su misma especie para encontrarse y coordinar la desovación.
Los expertos llevan años advirtiendo de la contaminación acústica en los mares y océanos y el impacto que tiene para la fauna que los habita. El caso de los cetáceos es el más estudiado hasta la fecha.
El Govern extenderá el límite máximo de 10 nudos en la velocidad de navegación, que hasta ahora solo se aplicaba en aguas exteriores de las reservas marinas de Cala Rajada y Dragonera por orden del Ministerio, a otras reservas marinas de Baleares. «El Gobierno central lo reguló por un tema de seguridad, a nosotros nos preocupa por la afectación que puede tener el ruido sobre los peces y por eso limitamos la velocidad a 10 nudos en El Freu de sa Dragonera y tenemos la intención de hacerlo también en el paso entre la Isla del Toro y Mallorca y entre Malgrats en Mallorca», explica el director general de Pesca Toni Grau.
Txema Brotons es uno de los especialistas de las Islas que más ha estudiado el impacto del ruido marino sobre los cetáceos. «Los cetáceos son animales cien por cien acústicos y por eso son el grupo más afectado por el ruido antrópico. El delfín mular es frecuente en la zona de Dragonera. Prácticamente todo lo que hace se basa en la acústica, desde comunicarse a alimentarse, también su conocimiento del medio. A medida que introducimos ruido dificultamos todas estas tareas, aunque hay que decir que todo depende del nivel del ruido y de la frecuencia a la que se emita», explica el experto.
Describe cómo «los delfines se pueden silbar y oírse a varios kilómetros de distancia. A medida que el ruido aumenta enmascara su señal y esa distancia se reduce. Eso puede provocar un desplazamiento de su población a zonas menos óptimas».
Hace tiempo que las ONGs coinciden en la necesidad de limitar la velocidad máxima de navegación de forma obligatoria en el Corredor de Cetáceos del Mediterráneo, pero falta consenso sobre cómo implementar la medida. «Hay que ser consciente de que, según cómo se aplique, tiene un impacto muy fuerte sobre la navegación de transporte», explica Brotons.
En comparación con los cetáceos, el impacto del ruido en los peces y otras especies marinas está menos estudiado. En su tésis doctoral Tià Cabanellas, biólogo marino de Arrels Marines, investigó cómo afecta a la vaca de mar el sonido de las embarcaciones. «No tuvimos resultados claros. Probablemente les afecte, pero no podemos saber si esa afectación es grande o pequeña», dice.
El especialista relata cómo «menos los peces planos, que no tienen vejiga natatoria, casi todos los demás son capaces de emitir ruidos que sirven para su comunicación y orientación». No obstante explica que a «la mayoría de esos peces emiten los sonidos de noche que es el momento en el que a priori hay menos embarcaciones».
En su opinión «tiene sentido reducir la velocidad de las embarcaciones». «No solo se debería reducir en las reservas marinas, también en las zonas costeras debería haber límites, especialmente para las embarcaciones más grandes que son las que propagan más el ruido», concluye.
La contaminación acústica del Mediterráneo es una cuestión que preocupa a ecologistas y científicos. Las perforaciones petrolíferas dispararon hace ahora diez años todas las alarmas. El Centro Oceanográfico de Baleares ha participado en el proyecto europeo Quietmed que mide el ruido subacuático en tres áreas piloto del Mediterráneo, entre ellas Cabrera. Este proyecto busca una mayor coodinación entre los espacios que comparten regiones y subregiones marinas para aumentar su nivel de protección frente a los daños que causa el ruido submarino.
1 comentario
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Si sólo fuera a los peces!!! Los humanos acabamos el agosto con un stress de caballo gracias al ruido y vociferio de gente que se cree que la Isla es un lugar para berrear ..... una auténtica Reserva Biosfera.