Antoni Ballester, docente autor del 'Método Ballester'. | Jaume Morey

TW
2

Antoni Ballester (Bunyola, 1960) fue un niño con dificultades de rendimiento académico. Con solo ocho años perdió una beca estudiantil por ‘falta de capacidad’ pero consiguió completar el bachiller. Incapaz de aprobar la selectividad acabó matriculándose en Magisterio, donde encontró su auténtica vocación. Es el autor del ‘Método Ballester’ de aprendizaje educativo que se aplica desde hace décadas en aulas de Hispanoamérica, Canadá y China.

Afirma que su ‘Método Ballester’ garantiza un 97 % de aprobados ¿Cómo y por qué desarrolló ese sistema de enseñanza?

—Cuando yo era niño tenía un bajo rendimiento académico. Me llamaba la atención que la mayoría de profesores dictaban clase a sus alumnos cuando con otros hacíamos una revista o íbamos de excursión. Eso no me cuadraba. Así empezó mi interés por la metodología.

¿Y decidió formarse como profesor?

—Lo cierto es que suspendí la selectividad dos veces. De hecho no la tengo aprobada. En ese momento no la pedían en Magisterio. Me matriculé y encontré mi vocación. Comencé a trabajar de maestro mientras estudiaba la licenciatura de Geografía por las tardes y fue en cuando empecé a investigar qué cosas dependían de mi como profesor para que mis estudiantes aprendieran y recordaran lo aprendido. Busqué los recursos didácticos para hacerlo. Conseguí, con un equipo de asesoramiento de la UIB, de la Universidad Autónoma de Barcelona, de la Universidad Pública de Navarra y del doctor Joseph Nowak, un 97 % de aprobados en mis clases y una disminución radical de los problemas de comportamiento.

¿Hablamos de aplicar la enseñanza por proyectos?

—No. No es enseñanza por proyectos, es otra meteodología. Mi método abre a los profesores 360 grados para que cada uno en su contexto y en su aula, siendo como es el que mejor conoce a sus alumnos, pueda optimizar el rendimiento académico y disminuir los problemas de disciplina. Ambos (profesores y alumnos) mejoran su satisfacción y autoestima. Los profesores sienten la satisfacción del retorno de las producciones que han hecho hacer a sus alumnos.

¿Cómo lo hace?

—Se consigue aplicando cada uno de los módulos de mi libro Método Ballester, el aprendizaje significativo, publicado por Círculo Rojo. Cada profesor puede aplicar mes a mes cada uno de los módulos de manera autónoma o con acompañamiento.

¿Puede poner un ejemplo práctico?

—En el libro explico el caso de una estudiante con síndrome de Down del IES Baltasar Porcell en Andratx donde yo daba clase. En la sala de profesores hablábamos de un incendio que había e intentábamos explicar a esa niña cómo era un incendio. No había manera de que lo entendiera. Uno de los factores para aprender, que había investigado en mi tesis y visto en el libro de Miguel López Melero sobre personas con síndrome de Down, habla de la relación con la vida real. Le pregunté a la niña si su abuela tenía plantas y me dijo que sí. Le dije que en el bosque estaba pasando lo mismo que con las plantas de su abuela, si esas plantas se quemaran.

¿Hablamos de buscar una conexión con la vida real?

—Sí. La niña lo entendió perfectamente. Mi método se basa el mundo real, la creatividad, el trabajo abierto, la motivación de los estudiantes, la adaptación curricular y el mapa conceptual. Ahora vamos a añadir el pensamiento crítico, debido a las necesidades de interpretar y valorar la información de forma correcta.

¿En la era de los bulos?

—Así es. Es necesario desarrollar un pensamiento crítico para evitar los bulos y los engaños a la población. Creo que es fundamental enseñar a los estudiantes el pensamiento crítico y la prensa escrita para poder, no solo leer, sino entender lo que pasa en la sociedad.

¿Cree que es posible cambiar la tendencia global?

—Sí.

Parece que vivimos en una sociedad del conflicto permanente

—La conflictividad está aumentando y la mayoría de los problemas que nos encontramos en la escuela, como que un niño quite una cosa a otro (un pequeño hurto), o una pequeña agresión, es algo que encontramos más tarde en la sociedad. Hay que aprovechar ese momento para que aprendan. En mi libro Tengamos el aula en paz hay 12 casos prácticos que enseñan cómo solucionar conflictos, como los insultos racistas que vemos en los campos de fútbol, pero que antes hemos encontrado en el aula. Hay que enseñar a los niños la diferencia entre la propiedad pública o privada y todos los problemas que encontramos en la sociedad.

Usted desarrolló su método hace más de dos décadas y diría que la sociedad ha ido a peor. ¿Qué está fallando? ¿Por qué crecen la conflictividad y el fracaso escolar en Baleares?

—La verdad es que no lo sé. El método se escribió hace más de 20 años pero lo que se necesitaba era tener un proceso de aplicación por parte de diferentes profesores, materias y niveles. Está funcionando en muchas escuelas. En Baleares no hay escuelas que como centro sigan el método, pero sí que hay profesores que lo han estado aplicando con éxito. Las tasas son la consecuencia de que hay una parte de los padres y familias que no priorizamos el conocimiento y la educación de nuestros hijos e hijas y de que una parte del profesorado no ha sido informada de cómo hacer que los estudiantes aprendan.

¿No lo deberían aprender en la universidad?

—Sí. Todo el profesorado y los futuros maestros deberían ser informados de los resultados de esta metodología.

Si no se ha hecho antes, ¿Por qué ahora se muestra tan convencido de que es cambio se producirá?

—Creo que la conflictividad aumentará tanto en las escuelas, no solo de Baleares, sino en toda España, que no quedará más remedio que buscar una solución que funcione. Como dice Novack, 'las revoluciones parten de las ideas sencillas pero necesitan líderes para extenderlas' y, como dice Maria Montessori, 'todos hablamos de paz, pero educamos para la competición en lugar de educar para la colaboración'. Cuando eduquemos para la colaboración estaremos educando realmente para la paz.

La inmensa mayoría del profesorado hace un gran esfuerzo para hacer un trabajo poco reconocido y muy desconocido en las aulas y entre la población. La educación en la infancia es lo mejor que se puede hacer. Como acaba de decir Bill Gates, la mejor inversión que podemos hacer en 2025 no es económica ni de capital sino de formación.

Parece que con la nueva PBAU los alumnos tendrán que utilizar ese pensamiento crítico del que hablamos. ¿Están preparados para el cambio?

—La nueva PBAU se va a basar en demostrar la capacidad creativa de los estudiantes, la capacidad de relacionar con la vida real y el pensamiento crítico, esos son ingredientes claves de mi método. Solo falta hacer un trabajo más abierto y utilizar el mapa conceptual para aplicar las variables investigadas en mi tesis, además de la motivación de los estudiantes que es fundamental. Los estudiantes en clase o trabajan y aprenden o molestan. A los profesores nos interesa que aprendan y trabajen. Con esta metodología los estudiantes trabajan prácticamente solos y ha pasado varias veces que cuando el profesor llega a clase ya han cogido los materiales y se han puesto a trabajar.