La torrentada de Sant Llorenç en octubre de 2018 (en la imagen) permanece en la memoria de los mallorquines por su trágico balance de trece fallecidos. En 2020, el paso del temporal Gloria dejó otras dos víctimas mortales en las Islas, una en Mallorca y otra en Eivissa. | J.SOCIES

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Entre los años 2011 y 2023, un total de 563 viviendas de Baleares se vieron afectadas por algún episodio de inundación.

Según datos de la Direcció General d’Emergències i Interior, las Islas vivieron en ese período 537 episodios de inundaciones que causaron diversos niveles de daños en viviendas, infraestructuras, equipamientos y servicios básicos.

Con el recuerdo de la reciente y trágica DANA de Valencia, y también de otros episodios similares en Baleares, especialmente el de Sant Llorenç en octubre de 2018, curiosamente ese año no fue el de un mayor número de inundaciones en Baleares, pues se registraron 37, aunque una de ellas tuviera efectos devastadores.

En el período mencionado, el año con mayor número de inundaciones fue el anterior, 2017, con un total de 87. En ese año, hasta ocho municipios de las Islas vivieron tres episodios de inundación: Binissalem, Calvià, Felanitx, Eivissa, Manacor, Marratxí , Palma y Sant Josep de sa Talaia. Los datos de 2017 son muy destacables respecto al resto de años. Le sigue 2012, con tres municipios con tres situaciones de inundación: Eivissa, Marratxí y Palma. Los tres repetirían en 2017. Precisamente, desde 2017, ningún municipio de Baleares ha vivido hasta tres inundaciones en un mismo año.

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Concretando en la afectación a viviendas, el año con mayores daños fue, evidentemente, 2018, con un total de 139, de las que casi todas, 129, correspondieron lógicamente a Sant Llorenç. A 2018 le siguió 2017, con un total de 120 viviendas afectadas, de las que 46 correspondieron a Palma. El resto de años queda muy lejos en cuanto a total de viviendas afectadas y sólo se acerca 2022, con 85, de las que 35 corresponden también a Palma.

Por su parte, el número de infraestructuras dañadas en nuestra comunidad por inundaciones entre 2011 y 2023 fueron 1.266. El año con mayor efectos en las infraestructuras fue igualmente 2018, con 285, de las que 116 se situaron en Sant Llorenç. Le siguieron los municipios vecinos de Artà y Son Servera, con 27 y 22 infraestructuras afectadas, respectivamente.

Los años 2012, 2015, 206 y 2017 superaron el centenar de infraestructuras dañadas por inundaciones y, como ya se ha comentado, 2018 se acercó a las 300. Desde entonces y hasta 2023, no se ha superado el centenar.

Añadir que las inundaciones de Sant Llorenç registraron 13 víctimas mortales, mientras que en enero de 2020 hubo otras dos con motivo del paso del temporal Gloria, una en el Torrent de na Móra (Fornalutx) y otra en el municipio de Sant Joan de Labritja, en Eivissa.

Casi el 80 % de los incidentes causados por episodios de inundaciones se producen en entornos urbanos. En éstos, la mayor parte se da en edificaciones y establecimientos. Del total de incidentes, el 48 % afecta a las infraestructuras, destacando los desbordamientos de torrentes en cruces de carretera y las inundaciones en la vía pública. Son igualmente destacables los desprendimientos de rocas sobre las carreteras, muy concentrados en la Ma-10, en la Serra de Tramuntana. El resto de problemas se refieren a la seguridad viaria, con diferentes niveles de consideración, y los daños a equipamientos básicos.

El apunte

Las anegaciones tienden a adelantarse a la segunda quincena de agosto

La precipitación in situ es la tipología de inundación más común en Balears, con el 91 % de los episodios más significativos desde 2006. Los episodios más importantes se concentran entre los meses de agosto y diciembre, con especial incidencia en septiembre y octubre, el 65 % del total. Sin embargo, los datos apuntan a que las inundaciones tienden a adelantarse a la segunda quincena de agosto. Los daños por inundación oscilan entre 0-0,25 metros de nivel (leves) y más de 1,5 metros (muy grave). En la afección leve hay un daño mínimo en las edificaciones, pero el agua entra en sótanos, garajes y espacios vacíos subterráneos. Pese a esa valoración leve, puede haber erosión de cimientos, corrosión de elementos metálicos y deformaciones de la madera, así como grietas en el pavimento y afectaciones a los equipamientos e instalaciones de los sótanos.