Turistas venecianos protestando ya en 2016 contra la masificación turística. | Efe

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Hubo un tiempo en que el turista era recibido con un cartel de bienvenida. Luego, el cartel incluyó unas tímidas peticiones (así, en pequeñito y entre paréntesis) de respeto al entorno y a los residentes, peticiones que se fueron haciendo más vehementes hasta llegar a la exhortación. Hoy muchos destinos ya se han ocupado de priorizar las advertencias sobre las consecuencias de comportamientos irresponsables sobre cualquier otro mensaje. Bienvenido, pero cuidado. Más que una amenaza, es un grito de ayuda al propio turista. Un toque de atención obligado ante las dificultades para seguir compatibilizando el turismo con el bienestar del residente y la preservación del patrimonio. Baleares es uno más de los territorios impelidos a gestionar su éxito turístico, inmerso en un proceso de reflexión que llega tarde y atento también a las políticas contra la saturación que van aflorando por todo el mundo.

VENECIA

Es el ejemplo clásico que se suele citar cuando se habla de masificación turística en Europa. No en vano, Álex de la Iglesia eligió precisamente la ciudad de las góndolas como escenario para su oda de terror sobre el turismo desbocado, Veneciafrenia. La ciudad italiana decidió este mismo año aplicar una tasa de 5 euros para los turistas que no pernoctan en la ciudad, el llamado contributo di accesso. Este plan piloto, implementado entre los meses de abril a julio, convirtió la ciudad en la primera del mundo que cobra al turista solo por visitarla.

DUBROVNIK

Otro destino que el siglo XXI y Juego de Tronos pusieron de moda. Los vecinos se hartaron del traqueteo de las trolleys rodando por las calles adoquinadas de su casco antiguo, por lo que la ciudad croata prohibió en 2023 -so pena de multas de casi 300 euros- arrastrar ese tipo de maletas en pro del derecho al descanso de sus residentes. La idea del Ayuntamiento es que esta medida sea solo la avanzadilla de un plan más ambicioso: la creación de un centro logístico en el aeropuerto que transporte el equipaje del turista hasta su alojamiento. La ciudad también ha limitado el número de cruceristas.

ÁMSTERDAM

La suya comenzó como una lucha enconada contra el turismo de sexo y porros, prescribiendo todos las trabas posibles para este tipo de oferta. Las restricciones para turistas en los coffee shops no solo han hecho que Ámsterdam pierda el título de capital mundial de la marihuana, también se han combinado con otras medidas relativas al consumo del alcohol y de servicios sexuales para tejer su propia ley contra el turismo de excesos. De hecho, se pretende trasladar el Barrio Rojo del centro, un punto conflictivo para el que ya prohibió las visitas guiadas en 2019. Los holandeses no se han detenido aquí y continuamente anuncian nueva artillería contra la saturación turística. La ciudad ha reducido los cruceros fluviales e incrementado su tasa turística (en torno al 13 %, de las más elevadas de Europa) y ahora pretende prohibir la construcción de nuevos hoteles en el centro.

Atenas es uno de los destinos más azotados por la masificación. La Acrópolis (en la foto) ha limitado sus visitas diarias. | Efe
Atenas es uno de los destinos más azotados por la masificación. La Acrópolis (en la foto) ha limitado sus visitas diarias. | Efe

SANTORINI Y MYKONOS

Las islas griegas están sufriendo de lleno las consecuencias de una fama alimentada hasta el sobrepeso en los últimos años a través de influencers y tiktokers. El Gobierno de Grecia ya ha anunciado limitaciones a las llegadas de cruceros, especialmente en Santorini, zona cero de la masificación griega en el que el propio alcalde llegó a recomendar a sus habitantes que no salieran a la calle ante la avalancha de turistas en verano. Por otro lado, el país ya impuso el año pasado un límite de 20.000 visitas diarias a la Acrópolis de Atenas.

Cierre de calles en Kyoto por el acoso de los turistas a las geishas. | FRANCK ROBICHON
Cierre de calles en Kyoto por el acoso de los turistas a las geishas. | FRANCK ROBICHON

KIOTO

El acoso a las geishas en el centro de Kioto ha llevado este año a cerrar algunas calles del barrio tradicional de Gion. Los carteles para disuadir a los paparazzis de geishas, como se conoce a este tipo de turistas, no han sido suficiente y se han tomado medidas más drásticas en un país célebre por su hospitalidad hacia el extranjero. «No queremos hacer esto, pero estamos desesperados», declaró el Consejo Local de Gion para reivindicar que el barrio «no es un parque de atracciones». Por otro lado, el pueblo de Fujikawaguchiko, con unas vistas privilegiadas del Monte Fuji, ha instalado una pantalla que tapa la montaña cansado de las oleadas de turistas que acuden al lugar para tomar una fotografía.

ASIA MERIDIONAL Y SUDESTE

No era común que países de estas regiones del continente asiático se plantearan medidas de contención ante el turismo, pero el éxito ha conllevado problemas medioambientales que han forzado una intervención. Tailandia cerró a las visitas hace años algunas playas masificadas como Maya Bay, que popularizó Leonardo Dicaprio en la gran pantalla (La playa), a fin de desviar los flujos turísticos. En Indonesia, la isla de Bali aplica ya un impuesto turístico y Komodo cerró incluso durante un año para proteger la cría de sus famosos dragones. Mención aparte merece el caso de Nepal y la popularidad desbordada del Everest. El remedio planeado de cara al año que viene: incrementar las tasas por subir a la cima a los 15.000 dólares.

La UNESCO aconsejó limitar a 2.200 el máximo de visitas diarias a Machu Picchu frente a las 5.000 actuales. | ARCHIVO
La UNESCO aconsejó limitar a 2.200 el máximo de visitas diarias a Machu Picchu frente a las 5.000 actuales. | ARCHIVO

AMÉRICA CENTRAL Y DEL SUR

Las medidas contra la saturación han sido más comunes en países de Centroamérica que en latitudes más meridionales. Las Islas Galápagos (Ecuador) subieron sus tasas en busca de turistas más adinerados y en Costa Rica se restringieron las visitas diarias a puntos muy concurridos como el Volcán Poás. Por contra, destinos como Machu Picchu navegan en dirección contraria a la recomendada. La Unesco aconsejó limitar a 2.500 las visitas diarias, pero el Gobierno peruano ha hecho oídos sordos.