Pía Matus es la mamá de Paula, una gran prematura que quiso nacer antes de tiempo, a los poco más de siete meses de embarazo. Cuando vino al mundo pesaba apenas 1.800 gramos y cabía en la palma de una mano. Lo que cualquier familia viviría como un momento de máxima felicidad, para ellos se convirtió en una época de estrés, insomnio, preocupaciones e incertidumbre.
Y es que «cuando te quedas embarazada creas un plan: si quieres que tu parto sea natural, dónde tendrás al bebé, si quieres que te traigan flores, o comer jamón… Pero si es tienes a un prematuro todo esto desaparece. Ni siquiera te puedes ir a casa, tienes que quedarte en el hospital», relata Pía. Poder darle el pecho a Paula «era lo único que me quedaba vivo del plan inicial y luché para conseguirlo», explica ahora. El verbo escogido no es casual. Amamantar a Paula se convirtió en una auténtica lucha, en la que afrontar batalla a batalla. Y no siempre consiguió ganarlas.
«No fue bien desde el principio. El cuerpo está preparado desde la expulsión de la placenta pero yo tardé una semana en producir leche por la separación, porque no hay succión o por el estrés», relata. En ese momento «se echa en falta una asesora de lactancia en la UCI». Pía y Julia estuvieron separadas las primeras 15 horas.
Los primeros días, la bebé comió a través de una sonda o una jeringa. «Como lo ideal en los prematuros es que tomen leche materna necesitábamos el banco de leche», prosigue su madre, quien siente la necesidad de contarle al mundo la labor de esta desconocida entidad, dentro del Banc de Sang. Con su testimonio quiere fomentar la donación y para «devolver el favor» ella misma se hizo donante mientras los plazos lo permitieron.
La lactancia materna requiere una atención 24/7 y «es una presión muy grande para la madre de un gran prematuro. Tener el banco de leche alivia mucho y conocerlo es necesario». Pía y Paula salieron adelante gracias a Eva Lorenzo, enfermera de neonatos en Son Espases, y Marta Bernardino, neonatóloga del hospital de referencia. «Ellas me asesoraron pero lo sentí como un favor porque no era su tarea», dice esta madre quien reclama un servicio específico.
Esta familia se pasó 50 días en el hospital desde que ingresaron un 20 de diciembre hasta que salieron de alta, un 11 de febrero. En este plazo «lo pasé mal, mucha gente te dice que desistas de dar el pecho, es como luchar contra los elementos», indica. «Yo sólo pido que lo pongan más fácil».
Cándida Piña es fisioterapeuta experta en lactancia materna y fue una de las caras amables que se encontró Pía al salir del hospital y verse «sola con un bebé de poco más de dos kilos». Forma parte del Servei de Valoració i Atenció Primarenca (SVAP) que hace un seguimiento de todos los bebés prematuros. Es «un acompañamiento que cualquier madre necesitaría», asegura Pía.
Esta experta confirma que el hecho de que la leche de fórmula engorde rápido hace que sea disuasoria. Esto unido a la culpabilidad de un parto prematuro que obliga a pasar tiempo en la UCI o al desistimiento de los padres hace que muchas madres abandonen. Piña explica que un estudio español de 2024 que revisa la lactancia materna en 1.900 casos, revela que «el 90 % de las madres quiere dar el pecho; a los 15 días son un 66 % y a los seis meses sólo un 35 % la mantiene, cuando la OMS dice que es oro». Con estos datos en la mano, la especialista afirma que «hay un montón de dificultades para amamantar y la sociedad no está a la altura de aquellas mamás que quieren hacerlo, porque si no quieren es totalmente respetable».
La neonatóloga Marta Bernardino les recuerda a todas las madres que «el canguro promueve el incremento de la producción de leche» y aunque sea difícil en bebés prematuros, es muy importante; advierte además que, desde el nacimiento, «se puede hacer un extracción de calostro, muy importante para la producción posterior de leche».
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