¿Por qué aumentó la ludopatía en la pandemia?
—El mayor acceso a internet aumentó la oportunidad de compras, consumo de pornografía y otras variantes de sexo y también las apuestas online. Fue un fenómeno que creció, fruto del malestar, el aburrimiento… personas con preocupaciones que adquirieron el hábito que en un momento se convirtió en una obsesión.
¿Cómo y cuándo se detecta una adicción al juego?
—Una vez que la conducta está desarrollada. El juego lo que hace es ofrecer un refuerzo positivo que genera dependencia. Acaba convirtiéndose en el centro de toda tu vida y al final genera todo tipo de problemas. Cada vez requiere más tiempo y más dinero con todas las consecuencias que ello conlleva. Se produce un efecto dominó, una desatención de tu vida cotidiana, una ocultación, una negación del problema, nuevos problemas económicos… Es cuando se desarrollan las conductas más manifiestas de juego activo.
¿Cuántas personas atienden en el programa?
—Tenemos 20 usuarios de los que 15 son casos de ludopatía.
¿Comparten un perfil común?
—La ludopatía no entiende de estadios sociales y puede afectar a cualquier tipo de población y el problema es que el juego se ha puesto muy de moda como alternativa de ocio (sobre todo la ruleta). Eureka atiende a personas a partir de 23 años. Tenemos un grupo de entre 25 y 35 años y después otro de mayores de cincuenta. En Proyecto Hombre hay otro proyecto llamado Ciber, centrado en menores. Aunque también hay mujeres la mayoría de son hombres. Sí que, en función del sexto varía el tipo de juego. Los hombres juegan mas a las tragaperras, la ruleta y las apuestas; las mujeres al bingo, los rascas y la lotería pero en cualquier caso su proporción es menor.
¿El adicto empieza enganchándose a un juego para después pasar a otro?
— En adicciones el patrón puede ir variando. Igual que ocurre con las adicciones a sustancias en las que hay lo que llamamos sustancias puente en las adicciones comportamentales pasa lo mismo. El juego presencial se sustituyó por el juego online o la ruleta o las apuestas deportivas. A medida que avanza la dependencia el adicto categoriza para seguir justificando su conducta. Hay que entender que cuando el juego se convierte en el centro de su vida la persona tiene un error de percepción de la realidad, una distorsión de pensamiento. Entiende que puede controlar el azar utilizando la estrategia. Ningún adicto se engancha si primero no hay una ganancia. Se pasa por diferentes estadios: ganancia, pérdida, desesperación, desesperanza y con ello llegan las consecuencias más graves.
Las administraciones están realizando cambios legislativos para frenar la ludopatía, pero ¿ignoran su propia responsabilidad con los juegos del estado?
— De hecho hay una diferencia importante entre el juego privado y el juego público. El juego público no tiene un refuerzo inmediato y como tal no es tan adictivo como un rasca, por ejemplo. Cuando hay un tiempo entre el juego y la ganancia no suele generar tanta edición. Es cierto y es bueno que se intenten adoptar medidas para prevenir las adicciones pero los sistemas de control no son suficientes. La autoprohibición, por ejemplo, en la práctica no se tiene en cuenta en muchos casos y otro problema es el acceso de menores no controlado a los centros de juego. Ahora la autoprohibición de microcréditos es una de las novedades, que intenta que no se entre en una situación de la que es imposible salir.
¿Es imprescindible alejar las casas de juego de las escuelas?
—Está claro que la accesibilidad y la posibilidad son factores de riesgo. Cuanto menos normalizado esté el juego menos contacto vas a tener. Las apuestas deportivas, por ejemplo, pueden engañarnos y dar esa idea de que es normal apostar para ganar dinero y tener tu dinero para gastos. Cuanto más cantidad, más cerca y más accesible son este tipo de locales, más adicciones hay. Es importante ser consciente de que pueden afectar a cualquier persona, también a los jóvenes y además hay que tener en cuenta la publicidad que hacen con potentes estímulos que no dejan indiferente.
¿Qué opina de la nueva regulación?
—Hasta ahora se había regulado muy poco. Durante años había un marco de alegalidad donde todo cabía. Es importante que se empiece a regular, pero es insuficiente. Las adiciones sin sustancia se perciben menos por la sociedad por la connotación positiva con la que el adicto trata de justificar su comportamiento. Es habitual la negación de la adicción y su justificación por ejemplo como deporte.
¿Qué debe hacer quien sospeche que tiene un familiar o amigo adicto al juego?
—Buscar ayuda especializada. A veces recibimos demandas de la familia que detecta que hay un exceso de gasto, compras… pero no sabe bien cuál es el motivo. Solo perciben las consecuencias. Nosotros les asesoramos.
¿Hay una respuesta suficiente en la sanidad pública o todo recae en el sector privado y en las asociaciones?
—La sanidad pública tiene unidades de conductas adictivas, pero se tratan a nivel general. No hay programa de tratamiento específico como el que nosotros tenemos depositado.
¿Ha habido un incremento de las adicciones que no dependen de sustancias?
—Desde los años 80 ya están en los manuales de diagnóstico y cada vez hay más trayectoria clínica y concienciación. La explosión de internet lo cambió todo y más recientemente han llegado las criptomonedas.
¿Las criptomonedas pueden generar adicción?
—Al final las personas con dependencia a criptomonedas tienen un perfil similar y siguen los mismos procesos. Vivimos en una sociedad consumista y hedonista que no te permite sentirte mal. Eso es un caldo de cultivo para desarrollar problemáticas. Al final la gente se engancha, también a las criptomonedas, con la falsa ilusión de control, de que existe una estrategia. No dejan de ser cebos.
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