La educación sobre cómo alimentarse bien es esencial. | Jaume Morey

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Desde 1975, la obesidad se ha casi triplicado en todo el mundo. Lo dijo la Organización Mundial de la Salud quien, a principios de este mes ya advirtió que, junto al sobrepeso, se han alcanzado proporciones epidémicas en Europa. Y la previsión no es buena, si no se toman medidas, aseguran, los datos se irán incrementando. Salut Pública reconoce que es un problema y que, así como la gente entiende que fumar mata, no existe una conciencia de que comer mal también podría hacerlo. En Balears se repite el patrón a nivel nacional y se estima que más de la mitad de la población tiene un peso anormal, el 15 % tiene obesidad y cerca de un 40 % pesa más de lo calificado como saludable. «Y hasta dónde vamos a llegar...», dice la endocrinólogoa de Son Espases Mercedes Noval. La especialista es tajante: «Es, sin duda, la pandemia del siglo XXI». Y el factor más determinante para que esté ocurriendo sería «haber americanizado la dieta, nos hemos subido al tren de la comida rápida que tiene un porcentaje mínimo de saludable».

Parece que con nuestros abuelos comíamos mejor, hasta que paulatinamente «hemos cambiado el patrón de la dieta mediterránea con hidratos de carbono complejos, verdura, fruta, productos integrales y una porción baja de grasas y proteínas, por hiperproteicos ultraprocesados», advierte la doctora Noval. Pero es que «consumir verduras frecuentemente requiere de una compra regular, no puedes tener una lechuga 15 días en la nevera y una hamburguesa, sí», añade. Comemos mal y también demasiado. «Muchas veces no escuchamos a nuestro cuerpo, el cerebro recibe señales cuando cubre sus requerimientos calóricos, está regulado pero nos han inculcado que hay que acabarse el plato, aunque no haya más hambre», argumenta la experta.

Puede parecer que el contexto actual de inmediatez o estrés en el que muchos viven puede ir en contra de la necesaria planificación para comer bien. Sin embargo, «si te organizas, se puede». Esta especialista dice que basta con seguir la dieta del plato de Harvard: «con una distribución del 50 % de verduras, el 25 % de proteína y un 25 % de hidratos de carbono». Un ejemplo práctico sería comer una pechuga de pollo con ensalada y algo de arroz. «En España es muy barato comer bien, comparado con Europa. Además el acceso al producto fresco está en cada esquina», señala Mercedes Noval. Cata Núñez, pediatra y técnica del Servei de Promoció de la Dirección General de Salut Pública, añade: «Lo que pasa es que la gente no entiende que la obesidad en sí es un problema patológico». Y ésa es la base de que se repitan malos hábitos.

Y es que el sobrepeso no sólo afecta a la mitad de la población adulta, es un problema que puede partir de la infancia pues también se ve en uno de cada cuatro niños. La responsabilidad, dice esta doctora, es de la familia que «es quien compra y quien hace la comida», de ahí que sea necesario integrar al niño. Pero es que además existe un mantra social, «una mochila arraigada», que dicta que «el niño sano es el gordito, incluso de bebé». Le sigue «la historia de pegar el estirón, que se ve mucho en las consultas de Primaria», pero cuando sucede no siempre se pierde el peso extra.
Como pediatra hay una cosa que le llama mucho la atención: «9 de cada 10 progenitores tienen un hijo con exceso de peso y 4 de cada 10 es obeso pero no lo perciben porque no lo vemos como una enfermedad», señala. Y como técnica del departamento de Salut Pública explica que se trabaja al respecto con los centros educativos «porque lo que está claro es que muchos niños con sobrepeso serán adultos con sobrepeso».

Desde la Conselleria hay programas para que los docentes y equipos directivos promocionen la vida sana. También se hace una validación de los menús escolares, tal y como se legisló con el decreto 39/2019, sobre la promoción de la dieta mediterránea. Sin embargo, «está muy bien porque da pautas pero si no se hace un trabajo paralelo de sensibilizar a la población…», la labor puede quedar a medias. Hay múltiples factores que influyen en la obesidad pero el más relevante es el nivel socioeconómico, pues la comida rápida es hipercalórica y sacia antes y es más económica. Eso no pasa inadvertido para quien quiere hacer negocio, «hay estudios hechos sobre el tipo de comercios cercanos a los colegios, en barrios vulnerables suele haber los de comida no saludable», señala Núñez.