Los vigilantes de seguridad, al comprobar la veracidad del salto de alarma, pusieron los hechos en conocimiento de la sala del 091. Rápidamente, agentes de la Policía Nacional acudieron al establecimiento. Una vez allí, los funcionarios policiales se percataron de la presencia de un hombre en el interior del local.
A la fuerza actuante le llamó poderosamente la atención de que la puerta y ventana del local no estaba forzada y que la barrera estaba cerrada a cal y canto. En ese momento, se personó la propietaria del local y los policías entraron al bar. Una vez dentro, el hombre levantó las manos diciendo que él no había hecho nada malo.
Según su relato de hechos, el hombre dice que es un cliente habitual de ese establecimiento y que estuvo bebiendo toda la tarde. La cogorza que pilló fue de tal calado que fue al baño y se sentó en la taza del water, donde se quedó dormido. El local cerró sus puertas y cuando despertó e intentó salir de los servicios se encontró que estaba solo. Al intentar abandonar el local se percató de que lo habían dejado encerrado y la alarma no paraba de sonar.
La dueña del establecimiento confirmó que se trataba de un cliente habitual y que, una vez realizada una primera inspección de todo el local, no había nada forzado ni sustraído. Al final, la policía identificó al sospechoso, un sudamericano de 29 años, y le dejó marchar para que pudiera dormir la mona a pierna suelta en su casa.
1 comentario
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A mi amigo J. Pagola le paso en el Akelarre en el 89, y hasta ahora no ha salido en el periódico.Le encontro la señora que limpiaba al dia siguiente. Las historias se repiten, pero ahora, se hacen públicas.