De los dos millares, 558 (un 27 %) tiene algún tipo de alergia y 268 (un 13,4 %) padece asma. Sin embargo de cada uno de ellos existe un historial clínico que están en manos del centro de salud y del centro educativo para saber cómo actuar en caso de crisis sanitaria.
El programa Alerta Escolar, nacido el año 2014, está integrado en el Coordecasalut que dirige la pediatra Mercedes Escarrer, también presidenta de la Sociedad Española de Inmunología Clínica, Alergología y Asma Pediátrica (Seicap).
El sistema empieza en Atención Primaria que trabaja de forma estrecha con los centros escolares. Cada colegio tiene identificados a los alumnos que padecen una de estas afecciones.
Una vez los padres dan el consentimiento el historial clínico del niño pasa a tener tres copias. Una para el centro de salud, otra en las dependencias del 061 para que, en caso de recibir una alerta, ya se sepa cómo actuar y la tercera para el colegio, donde lo conveniente es informar a todo el personal implicado ya sea el claustro de profesores o trabajadores del comedor. «Es importante sobre todo para niños con riesgos de alergia o asmáticos», comenta la especialista.
«A principios de este curso escolar se puso en marcha el protocolo de actuación para atender a dos niños que entraron en parada cardiorrespitoria», explica Escarrer.
En Balears hay 65 centros con algún alumno que padece una cardiopatía congénita, en este caso, se han instalado desfibriladores semiautomáticos.
«Evidentemente siempre hay más niños de los que tenemos registrados, ojalá estuviesen todos», reconoce Escarrer.
Desde Coordecasalut se realizan acciones formativas para el personal de los centros escolares de dos tipos. Por un lado se ofrece un curso voluntario de 13 horas lectivas y acreditadas para profesores. Por otro, un equipo de pediatría se desplaza a las escuelas que lo soliciten a principio de curso para dar las instrucciones en los casos que recoge la Alerta Escolar. Además, los profesionales sanitarios acuden a las clases una vez al mes «para concienciar» dentro las aulas, añade Mercedes Escarrer. «Porque los niños pasan muchas horas en el colegio y hay que hacer lo que se pueda teniendo en cuenta que aquí no son personal sanitario y tienen sus limitaciones».
Cuando se detectan alumnos con afecciones más complicadas se hacen reuniones con todo el personal que pueda estar implicado desde los padres y el niño, al profesor, el pediatra y enfermera del paciente, la coordinadora del programa o la enfermera gestora de casos.
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