El documento inicial fue entregado a la comunidad universitaria para realizar aportaciones y alegaciones en período de exposición pública hasta finales del pasado abril y mañana será aprobado para que esté plenamente en vigor a partir del próximo curso.
El código es un conjunto de recomendaciones y compromisos sobre la práctica de la actividad científica con el fin de favorecer la calidad de la investigación en la UIB, prever problemas de integridad en el comportamiento de sus miembros y propiciar un buen ambiente en el trabajo y las relaciones interpersonales entre los componentes de la comunidad universitaria.
El contenido del código es complementario al que ya dispone la normativa legal existente y está basado en la Carta Europea del Investigador y el Código Europeo de Conducta para la Contratación de Investigadores, así como en otros documentos de buenas prácticas científicas de instituciones públicas de investigación. Además de los textos citados, el documento cuenta con 36 referencias normativas españolas e internacionales.
Hasta ahora, los posibles conflictos de integridad estaban regulados en la UIB únicamente por un código de ética en los experimentos (normativa española y europea) y códigos de buenas prácticas en los doctorados.
El nuevo código deberá desarrollarse a través de reglamentos y constituirá un instrumento colectivo de autorregulación y de resolución de conflictos, determinando la manera de proceder en caso de presentación de denuncias o detecciones de malas praxis (fraude, plagio). En estos últimos casos, se abrirían expedientes informativos que podrían dar lugar a expedientes sancionadores.
El código será revisado a su vez por la Comissió d'Investigació de la UIB con una periodicidad mínima de un año, aunque, si las circunstancias lo requieren, se puede variar esa frecuencia.
Ciencia al servicio del bien
El código establece que los investigadores deben observar prácticas y principios éticos, de tal manera que «los intereses de la ciencia no prevalezcan sobre los del ser humano, es decir, la ciencia debe estar al servicio del bien y no al revés. El científico es responsable ante el ser humano, los organismos vivos y el medio ambiente, velando por la sostenibilidad del planeta».
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