El apellido Vidal lleva casi 70 años unido a la marca Mercedes Benz, la más emblemática de su cartera de concesiones. En la imagen, Kiko Vidal, en el centro, junto a sus hijos María, Andrés, Esther y Carmen. Son la tercera y cuarta generación de la familia.

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La familia Vidal está ligada a la automoción desde hace más de cien años, 103 en concreto, y no parece que el vínculo vaya a romperse por ahora, más bien todo lo contrario. Empezamos con ellos una serie de carácter mensual dedicada la sucesión en las empresas familiares en Balears. La historia se inicia en 1921 en las avenidas palmesanas, cuando Francisco Vidal Roca abrió el Garaje Vidal, un pequeño taller, denominado garaje de custodia, que guardaba los coches y los carros de los payeses cuando llegaban a Palma y que también contaba con una pequeña gasolinera. Tres años más tarde, en 1924, el Garaje Vidal se convirtió en el primer concesionario Ford de la isla.

Francisco Vidal Roca, el fundador, incorporó a su hijo, Andrés Vidal Marroig, que posteriormente se hizo cargo del negocio y le dio un nuevo impulso al conseguir la concesión de los camiones Pegaso y los tractores John Deere. Fueron tiempos difíciles, había pocos coches en el mercado, resultaba muy complicado conseguir uno nuevo y eran un auténtico producto de lujo para el ciudadano medio, por lo que el servicio de alquiler de coches que había puesto en marcha Andrés Vidal Marroig era un magnífico negocio, ya que le permitía revender los vehículos usados incluso a precios superiores a los nuevos al evitar los larguísimos plazos de entrega de estos. A mediados de los 50, Autovidal consiguió la concesión de DKW, un punto de inflexión en su trayectoria.

En 1967 se incorpora a la empresa Francisco Vidal Oliver, la tercera generación. Kiko, como le llaman quienes le conocen bien, se fue de joven al extranjero con la intención de conocer el negocio, primero en un concesionario de la Peugeot en París y luego en uno de Volkswagen en Londres, al tiempo que aprendía idiomas. Sin embargo, la llamada urgente de su padre le hizo volver antes de tiempo para incorporarse a la empresa como director de talleres. Ya como responsable comercial lidera el traslado al Polígono de Son Castelló en 1971 y el impulso definitivo que supuso la ampliación y mejora de sus instalaciones y, especialmente, la concesión en exclusiva de Mercedes Benz tras absorber a Autofreno Oliver, el otro concesionario que había en la isla. Uno de los errores que reconoce Kiko Vidal es haber renunciado a la concesión de Audi y Volksvagen, ya que él quería tener en exclusiva las marcas en Mallorca y vio que sería imposible mantenerlas junto a Seat.

Autovidal
Garaje Vidal, situado en las avenidas de Palma, era el concesionario de Ford y contaba también con una gasolinera.

Una vez en las nuevas instalaciones de Son Castelló llega a la empresa el hijo mayor de Kiko, Andrés Vidal Ferrer, que decidió incorporarse al negocio familiar antes de lo previsto en el plan de ruta establecido. Lo hizo con el ejemplo de su padre como espejo y la frase de «a ti tampoco te ha ido tan mal». En su primer día de trabajo se presentó impecablemente vestido con traje y corbata, pero no era la mesa de un despacho su destino, sino el taller de reparaciones, donde empezaría a conocer la empresa desde abajo. Fueron años de aprendizaje y formación in situ que le han servido para tener una visión global del negocio de primera mano, sin intermediarios.

LA SUCESIÓN. Al hablar de la sucesión y ver que la empresa ha pasado exclusivamente de padre a hijo, (de Francisco a Andrés y de nuevo a Francisco) ambos nos remarcan que éste no es el caso actual. Andrés (1970) ocupa el cargo de director general, pero sus tres hermanas, Esther (1971), María (1976) y Carmen (1982), están tanto en el accionariado como en el organigrama de la empresa en puestos de responsabilidad. Kiko Vidal no cedió la empresa a su hijo mayor, sino a un grupo de trabajo formado por los cuatro hermanos.

Hasta la composición actual de la sociedad se ha llegado mediante lo que en el argot de las empresas familiares se conoce como «poda». Es decir, la compra por parte de uno de los accionistas de las participaciones del resto de familiares. Así, Kiko Vidal compró a sus hermanos la parte que no recibió en herencia con el objeto de mantener la unidad de la empresa. Por tanto, ha sido la cuarta generación la que ha incorporado a todos los descendientes a la dirección del negocio y, por primera vez, a las mujeres de la familia, un hito histórico.

Esther empezó su andadura profesional a los mandos de un gimnasio de éxito hasta que las circunstancias propiciaron su incorporación al negocio familiar. Es la directora comercial de vehículos nuevos, pero también pilota el marketing y la comunicación de la empresa y es la cara más habitual en los medios. María es la directora comercial del concesionario de Mercedes Benz, el buque insignia de la empresa, y tiene el honor de haber sido la primera mujer en incorporarse a la empresa como directiva. La más joven de la cuarta generación es Carmen, que está al frente de la dirección financiera del grupo de empresas. Andrés ocupa el puesto de director general y como tal es quien asume la visión global de la empresa y marca las líneas estratégicas que definirán el futuro más cercano. Sus retribuciones están adecuadas a su labor y responden a criterios de responsabilidad según la función que desarrollan.

Es una de las consignas marcadas en su protocolo familiar, que recoge además la forma en que se deben traspasar las acciones en el caso de que se quieran vender y todo aquello que regula la relación entre la familia y la empresa. La firma del protocolo, hace unos seis años, sirvió también para establecer un plan estratégico a largo plazo que marcara las líneas maestras del futuro de la empresa. Y así, además de seguir creciendo en automoción, se planteó la necesidad de diversificar en otras áreas de negocios como la distribución de bebidas, cuestiones medioambientales o el sector inmobiliario.

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Fue en 1971 cuando Autovidal se instaló en las nuevas instalaciones del polígono de Son Castelló.

En el día a día, cada hermano plantea sus opiniones y las defiende con rigor tanto en los comités de dirección, que cuentan con la participación de personas ajenas al apellido, como en los consejos familiares en los que la presencia de Kiko Vidal es siempre una garantía de que las decisiones importantes nacen del consenso, una de las normas no escritas de la casa. Las relaciones entre los cuatro hermanos son buenas y muy cordiales. Comparten inquietudes vitales y empresariales y saben diferenciar la faceta familiar de la profesional, en la que cada uno es responsable y celoso de su área de negocio. Hasta aquí los Vidal son una empresa familiar más, con los problemas y circunstancias comunes a casi todas ellas. Sin embargo, uno de los factores que hace especial a Autovidal es que actualmente conviven en el negocio tres generaciones: la tercera representada por Kiko Vidal Oliver, la cuarta de los Vidal Ferrer y la quinta generación que encabezan los hijos de Andrés, los hermanos Cecilia y Kiko Vidal Palomero.

Cecilia se ocupa del departamento de seguros del grupo. Se ha formado académicamente y ahora está formándose en la práctica, en un día a día muy exigente, que le permite acumular experiencia y conocimientos tanto de su padre como de sus tías y, sobre todo, de su abuelo, la referencia ineludible en la empresa. Kiko, que lleva gasolina tanto en el nombre como en el apellido, lidera el desarrollo de los nuevos proyectos que la empresa quiere plantear. Recibe las directrices y pautas que marca el consejo familiar, compuesto por la tercera y la cuarta generación, y los implementa tratando de sacarles el máximo rendimiento posible. Al igual que su hermana y antes que ellos su padre, sus tías o su abuelo, son responsables de lo que hacen en los proyectos que lideran. Reciben consejos y opiniones de todos, pero son ellos los que toman las decisiones finales sobre su área de responsabilidad, siempre con la instrucción clara del director general: «procurad que los errores sean baratos y tengan el menor coste posible».

DIVERSIFICACIÓN. Autovidal ya no es solo una empresa de automoción, es una empresa más global en la que la movilidad es uno de los puntos clave del éxito. La ampliación a nuevas líneas de negocio y a nuevas concesiones es la prueba. Vehículos híbridos, eléctricos, de gama alta o de un segmento más asequible se han ido incorporando a la cartera de los Vidal. Por simpática y significativa destaca la incorporación de los coches Smart tras una negociación a tres bandas entre Andrés, su padre Kiko y su abuelo Andrés. El pequeño de la saga veía los Smart como una oportunidad de seguir creciendo en un segmento de futuro; el mediano lo aceptaba sobre todo porque venían de la mano de Mercedes Benz, un aliado de máxima confianza, pero el mayor de los tres sentenció en la disputa con una frase rotunda: «això no és un cotxe, ni ho serà mai, pero si vosotros lo veis yo también quiero participar». Es la manera de hacer en la casa: cada uno tiene su responsabilidad, defiende su parcela y busca el mayor de los consensos en los proyectos que lidera.

La transición en la empresa ha sido un aterrizaje suave, ya que padre e hijos han convivido laboralmente durante muchos años y el testigo se ha ido pasando sin rupturas y así, como prueba, resulta curioso que el protocolo familiar, el reglamento que recoge la manera de concebir la continuidad en este tipo de empresas, se ha formalizado tras haberse llevado a cabo la sucesión en el día a día. Una prueba de la naturalidad y el orden que marca su línea empresarial y familiar.

Los consejos de administración son peculiares y se celebran casi a diario mientras desayunan antes de entrar en los despachos. Se ponen en común las ideas, se comenta la actualidad y se discute la comida familiar del domingo. ¿Y en la comida del domingo también se habla de la empresa? «Sí, no podemos evitarlo, no somos tan perfectos». Ganan en agilidad a la hora de tomar decisiones y evitan la rigidez de un consejo tradicional. El consejo de dirección es diferente. Lo forman diez personas, los cinco de la familia más otros cinco directivos externos, que ocupan diferentes áreas y tienen responsabilidades de peso en la gestión del negocio.

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Cecilia Vidal Palomero y su hermano Kiko son los primeros de la quinta generación en incorporarse a la empresa. En la imagen, junto a su abuelo Francisco Vidal Oliver.

El futuro de la empresa se escribe a diario. Cinco talleres para diecinueve marcas son la prueba de que la adaptación al cambio es fundamental. Las nuevas marcas que se incorporan al porfolio se apoyan en la estructura general de la empresa. Marketing o la dirección financiera aprovechan las sinergias del grupo para optimizar los recursos, especialmente en ahorro de costes. Una estructura potente que puede dar un servicio integral a marcas que por si solas no podrían asumir su coste. Al hablar de los rent a car, Andrés Vidal nos explica que muchos de ellos compran directamente a la marca, sin pasar por el concesionario, lo que representa una competencia a tener en cuenta. No es el caso de Mercedes Benz, que solo vende a través de su concesionario oficial. Ante esta situación, Autovidal abrió una nueva línea de negocio: alquilar, siempre como mayorista, los coches que a su vez alquilan las compañías de rent a car. Una vez acabado el período fijado, los vehículos vuelven a la empresa y los pone en el mercado. Es un negocio de poca rentabilidad, pero mucho volumen, que les permite ganar cuota de mercado y una notable presencia en el sector. Es la adaptación al mercado y a lo que este demanda en cada momento.

Autovidal, en voz de su director general, tiene muy claro que hay cuatro vectores que van a determinar el futuro del automóvil: el coche eléctrico, el coche compartido, el coche conectado y el coche autónomo y cada uno requerirá su propia estructura y adaptación. Autovidal cuenta también con una start up, Wattzer, que ofrece más de cuatrocientos vehículos, no solo coches, ya que también hay bicicletas o patinetes, en diferentes hubs situados en una cincuentena de hoteles para que los turistas puedan utilizarlos. Son todos eléctricos y es una de las respuestas que ofrece Autovidal a cómo evolucionará en el futuro la movilidad en Balears. Por supuesto, de esta rama del negocio se encarga la quinta generación porque como dice Andrés, «o tienes menos de treinta años, o no hay quien lo entienda». Es, en definitiva, dar a cada visitante el vehículo que pueda necesitar en función del trayecto que vaya a realizar y una manera de evitar que siempre se utilice el coche para desplazamientos que podrían realizarse en vehículos que mitiguen la masificación.

Tanto Andrés como Kiko tienen claro que a corto y medio plazo el coche eléctrico es el futuro, aunque los plazos marcados por Europa, en 2035 ya no se podrían vender coches con motor de combustión y en 2050 todos deberían ser eléctricos, seguramente deberán alargarse. En cuanto a los coches conectados, los que circulan de manera autónoma, las dudas son aún mayores, ya que tanto la legislación como el parque en circulación siguen regulándose.

Volviendo al futuro, al hablar de la quinta generación, representada por dos de los diez nietos de Kiko Vidal, el director general explica que la incorporación se hace a través de una doble vía: la tradicional de ir conociendo el negocio de manera global y la novedosa de la asignación de un proyecto propio. Así, Cecilia se responsabiliza de todo el área de seguros y Kiko lidera el proyecto de Wattzer, la start up de vehículos compartidos. Compaginan inquietudes y novedades con el mantenimiento de la esencia de la empresa y, como siempre, se responsabilizan del éxito o del fracaso del proyecto. Escuchan a su director general, que compagina el cargo con el de padre, y toman sus propias decisiones como marca la tradición familiar.

Autovidal, con más de cien años de vida, goza de una salud excelente. La presencia de Kiko Vidal Oliver les mantiene conscientes de los orígenes. Los cuatro hermanos Vidal Ferrer dirigen el presente de la empresa, sabiéndose herederos de la tradición  e intentando anticiparse al futuro. Y los Vidal Palomero, como representantes de la quinta generación, están dispuestos a mantener la esencia sin perder de vista que la automoción ha dejado de ser una cuestión solo de vender coches para transformarse en un concepto más amplio con la movilidad como eje central de su actividad.