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Diciembre acabó con un rally de Navidad: subidas mensuales en Europa desde el 6,43% del EuroStoxx al 4,67% del FTSE británico, pasando por el 4,92% del IBEX. Revalorizaciones similares se dieron en Wall Street y Japón, puesto que el Dow Jones subió un 5,38%, un 4,36% el S&P, un 0,69% el tecnológico Nasdaq y un 3,49% el Nikkei nipón.
La subida de final de año ha sido la puntilla a un gran año en el que hay varias bolsas que han alcanzado rentabilidades superiores al 20%, además distribuidas en diferentes puntos de la geografía mundial. En Europa, el EuroStoxx (+21,21%), el MIB italiano (+23,00%), el CAC francés (+28,85%) o el AEX neerlandés (+30,29%); en Estados Unidos, tanto el S&P (+26,89%) como el tecnológico Nasdaq (+26,63%) o en Asia, con el 21,99% que se anotó el Sensex indio. El resto de bolsas europeas, a pesar de no haber llegado a ese 20%, sí han ofrecido un resultado positivo de doble dígito, con la excepción del IBEX español que «únicamente» ha conseguido revalorizarse un 7,93%.

Por lo tanto, otro año que el hueco de la bolsa española se ha hecho más grande respecto a sus homólogos, a pesar que al final de 2020 y principios de 2021 le daba viento de cola: la reactivación económica parecía beneficiar a los valores cíclicos tan presentes en IBEX (banca, turismo…) y perjudicaban a la tecnología. Precisamente el Nasdaq tecnológico ha sido otra muestra: en principio deteriorado por la inflación y subida de tipos de interés. Sin embargo ha vuelto a ser de los mejores sectores (con picos fuertes de volatilidad), dejando claro que el concepto tecnología de hace unos años es muy diferente al actual, cuando prácticamente todo es tecnológico, desde las startups más agresivas o los bancos más convencionales.

En los países emergentes podemos ver algunas de las excepciones al año alcista debido a las caídas del Bovespa brasileño y el Hang Seng de Hong Kong (empresas chinas) que han perdido un 11,93 y un 14,08% respectivamente. De hecho, excluyendo a la bolsa india, no ha sido un buen año para ellos con subidas muy moderadas en otras zonas asiáticas, probablemente contagiadas por los problemas chinos. La extraordinaria recuperación económica vivida en 2021 no solo ha favorecido a la bolsa, otros activos financieros también han reaccionado: los más obvios son el petróleo y la rentabilidad (y precio) de la deuda pública. Ambos han subido con fuerza: en el caso del petróleo entre un 50% y un 55%; en el de la deuda pública, directamente correlacionada con las noticias sobre inflación y tipos de interés, se han visto subidas del 65% del bono a 10 años americano, del 68% del alemán y el espectacular 932% del español que pasó del 0,055% al 0,517%. Ojo con las subidas de rentabilidad que suponen fuertes pérdidas para inversores que ya tienen sus ahorros en estos activos: los incrementos de rentabilidad (que sí pueden beneficiar a los nuevos inversores) se dan porque bajan los precios de cotización. Los otros activos que también han sido importantes han sido el oro, que ha sido de los pocos que ha ofrecido una rentabilidad negativa (ni siquiera en los momentos de miedo ejerció como inversión refugio) y las divisas: el euro ha conseguido revalorizarse frente al yen, pero ha perdido valor respecto al dólar, la libra y el franco suizo.