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Hace unos días tuve la oportunidad de exponer, en el extraordinario panel de diálogo social organizado por el Foro de este diario en el Palau de Congressos de Palma, ante la ministra de Trabajo y vicepresidenta segunda Yolanda Díaz, y los máximos representantes de sindicatos y organizaciones empresariales, la encrucijada ante la que se encuentra el sector turístico tras haber sido el sector más impactado de la economía española por la COVID-19.

Tras haber dejado de ingresar más de 164.000 Mn en 2020, la estimación de pérdidas del sector para 2021 se cifra en 54.000 millones, y ya en el tercer trimestre, la diferencia respecto a 2019 fue “tan solo” de un 30%, si bien los márgenes no se recuperaron en la misma medida, debido al incremento de los costes. Me gustaría destacar el fuerte compromiso de las empresas turísticas con la creación y mantenimiento del empleo, pues el ritmo de recuperación del empleo (-13% en septiembre vs. septiembre de 2019) es superior al de recuperación de ingresos.

Las vacunas y las lecciones aprendidas han permitido que, con diferencias según los países, las restricciones y el miedo a viajar se fueran superando, y sobre todo, nos alegramos de haber constatado una realidad universal: ni siquiera una terrible pandemia con el covid ha podido terminar con las ganas de viajar, y la demanda se recupera de forma rápida y fuerte, en cuanto se eliminan las restricciones y los riesgos sanitarios.
Tras la tormenta perfecta que hemos sufrido, el sector turístico, que representa cerca del 40% del PIB de las Illes Balears, se encuentra ante un cúmulo de retos y dificultades, no siempre bien entendidas por nuestras Administraciones públicas. Tras una “travesía del desierto”, de más de 15 meses sin prácticamente ingresos (en algunos casos más, como las empresas afectadas por la quiebra de Thomas Cook), todas las empresas hemos perdido valor y recursos, y muchas se encuentran hoy en serias dificultades financieras.

Hemos contado, afortunadamente, con los ERTE –que todavía son necesarios- y con las ayudas gestionadas por el Govern balear, pero las amenazas que se ciernen sobre nuestro sector van, como expuse en el Foro, desde la incertidumbre ante las nuevas variantes del covid (Delta y Delta+), hasta el riesgo de pérdida de competitividad, que puede poner en peligro nuestra recuperación.

Las empresas turísticas necesitamos incentivos y ayudas, y no penalizaciones como el incremento de la presión fiscal y de las cotizaciones, que ciertamente no ayudarán a recuperarnos y crear empleo. También reclamamos renovar los ERTE y apoyar al máximo la formación, práctica y eficiente, incluyendo las capacidades digitales, y asegurar que la normativa ofrece cobertura legal a las necesidades reales de las empresas turísticas, relacionadas, especialmente en Balears, con la estacionalidad.

Por último, pero no menos importante, en el ámbito de la estrategia y la política turística, reclamamos definir un modelo turístico de país de futuro y marcar una estrategia nacional que aborde la regulación del alquiler vacacional, y que asegure la asignación más eficiente de los fondos Next Generation, que constituyen sin duda, una oportunidad histórica que no podemos permitirnos perder.