Cuando hablamos de países desarrollados, integrados en “clubs” con otros, la política no se puede salir mucho de unas líneas generales. Sí afecta más a los países emergentes. Este es el motivo por el que el peso en una cartera de inversión en estas zonas no puede ser excesivo, ya que las variaciones políticas pueden tener serias incidencias en la marcha de las empresas, ya sean nacionales o multinacionales.
Dicho esto, nadie podrá negar que los cambios políticos sí afectan, al menos a corto plazo: mientras que el primer día tras las elecciones la bolsa española casi no se resintió, en el momento del anuncio del preacuerdo entre el Partido Socialista y Unidas Podemos el IBEX se empezó a desmarcar del resto de bolsas europeas.
A riesgo de parecer contradictorio, el entorno político de una empresa afecta a su cotización, en mayor o menor medida, y el movimiento actual del IBEX diferenciándose, negativamente del resto, se lleva produciendo desde hace años: repeticiones de elecciones, moción de censura, Catalunya y ahora la entrada en el Gobierno de un partido desconocido hacen que el hueco se amplíe.
Precisamente, lo desconocido, es decir la incertidumbre, es lo que realmente castiga al mercado. Los días después de elecciones el IBEX se ha comportado neutro cuando el resultado ha sido continuista (tanto bajo gobierno de PP como de PSOE) y ha castigado los cambios (en cualquiera de las dos direcciones). Por ese motivo el mercado lleva penalizando a España tanto tiempo y se ha hecho más visible estos días.
La solución: diversificar e intentar aprovechar precios de empresas poco reguladas y castigadas en exceso.
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