Estas empresas ya han aterrizado en grandes ciudades de todo el mundo y en varias localidades de España con más o menos suerte, como por ejemplo Barcelona o Madrid. No es una moda pasajera, es una tendencia que ha llegado para quedarse, y la velocidad a la que lo ha hecho ha sobrepasado, una vez más, a las administraciones públicas, que no saben cómo afrontar este bendito problema.
El sistema suele ser el mismo en todas las plataformas, vehículos (motos eléctricas, bicis, patinetes, etc.) que se estacionan al aire libre y se bloquean y desbloquean a través de una aplicación para el móvil y en donde normalmente se paga por minuto o por hora. Una solución que parece solucionar bastante a los problemas de movilidad de las ciudades, eliminando el uso de los coches para desplazamientos cortos y por el centro de la ciudad, por lo que alguno se puede preguntar ¿cuál es el problema?
El principal conflicto de la aparición de estos nuevos players viene derivado por el uso del espacio público, puesto que al no disponer de estaciones fijas se deben dejar en la calle una vez finalizado su uso, utilizando un espacio público con las posibles quejas de vecinos y viandantes.
Así pues, si se regulara con unas normas claras de dónde se puede y no se puede estacionar, dejando espacios públicos exclusivos para ello para estacionar de noche (a través de una licitación pública con lo cual el ayuntamiento también se vería beneficiado), etc., se podría llegar a un consenso para que esta nueva forma de transporte sin contaminación sea positiva para la mayoría de los ciudadanos.
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