Los huracanes en el continente americano son un fenómeno meteorológico bastante temido, ya que puede ocasionar diversas catástrofes humanas y materiales. Para poder prepararse, existen satélites que son capaces de predecir la probabilidad que existe de que se forme un huracán.
Este martes, por ejemplo, estos satélites detectaron una gran cantidad de polvo sahariano que había salido al Océano Atlántico y que se movía hacia el Oeste. Según los cálculos, este polvo podría irrumpir en forma de tormenta tropical frente a la costa de Nicaragua. Sin embargo, el Centro Nacional de Huracanes analizó los datos recogidos por el satélite y pronosticó que solo existía un 30% de probabilidades de que se formase la tormenta.
Este proceso es bastante común y rutinario. De hecho, en junio del año pasado, el polvo del Sáhara que llegó hasta América fue tan grande que tapó el Sol en Puerto Rico.
No obstante, no siempre el polvo que viaja proviene del desierto africano ni América es el único continente afectado. Esta primavera una tormenta de arena en el desierto de Gobi dio lugar al peor polvo que Pekín había visto en la última década. Paralelamente a lo que ocurría la ciudad china, en Kuwait se sufrieron algunas tormentas de polvo.
En ocasiones, estas tormentas son catastróficas, como ocurrió en 2018 en India, cuando uno de estos fenómenos mató a más de 70 personas y afectaron a más de 120 millones.
El trabajo de los satélites para la detección de estas tormentas es vital para prevenir posibles daños. En el caso del polvo sahariano que se dirige al Oeste captado recientemente, se trata de cientos de millones de toneladas de polvo no se prevé que cause ningún problema grave.
Un equipo de científicos atmosféricos publicó en el Boletín de la Sociedad Meteorológica Americana un análisis de Godzilla, la tormenta de polvo sahariano del año pasado. En este estudio, se investigó los mecanismos por los cuales este polvo africano podía cruzar el Atlántico hasta llegar a América.
Bing Pu, el geólogo y científico atmosférico de la Universidad de Kansas que es el autor principal de la investigación, señala que «la corriente oriental-africana exporta el polvo de África hacia la región atlántica».
«El alto subtropical del Atlántico Norte -continúa-, que es un sistema de alta presión que se encuentra sobre el Atlántico Norte subtropical, puede transportarlo aún más hacia la región del Caribe. El chorro de bajo nivel del Caribe, junto con el subtropical alto, puede transportar aún más el polvo desde la región del Caribe hacia los EEUU".
Cuando el polvo llega al otro lado del océano, el polvo no se mezcla correctamente a los sistemas de tormentas tropicales. Las partículas actúan como una manta seca en un aire que normalmente es húmedo. Esto supone que cualquier desarrollo metrológico que esté generando fuerza para girar se paralice.
No obstante, si el aire caliente de las tormentas de polvo se eleva y se encuentran con tormentas eléctricas, ese ‘aire caliente' regresa a la superficie en forma de fuertes vientos, como ocurrió hace unos años en India.
A pesar de que en el caso del polvo sahariano detectado recientemente no vaya a formar huracanes, hay que tener en cuenta que los cielos polvorientos también suponen peligros. Según un comunicado de la Universidad de Kansas, el polvo puede reducir la calidad del aire, llegando a obstaculizar la respiración y a causar problemas de salud.
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