Estos últimos destacan que se trata de una patología que afecta del 20 al 30 por ciento de los niños y adolescentes y, por ello, averiguar las causas de esta resulta fundamental.
Así, en edad infantil (antes de la adolescencia), el bruxismo aparece con los dientes de leche y puede ser funcional y no una patología; en cuanto a la adolescencia, esta enfermedad suele acompañarse de dolores de cabeza, dolores musculares y alteraciones en la articulación mandibular e incluso dificultad en la apertura de la mandíbula.
De esta manera, si se identifican las causas, se podrán minimizar los síntomas, que en el caso de los niños se producen con cierta frecuencia, como son la ingesta de chicles, algunas chucherías o incluso morderse las uñas.
Además, los expertos subrayan que otra de las primeras cosas que hay que hacer es descartar la existencia de una patología asociada, como enfermedades neurológicas o reumatológicas.
«Cada vez vemos en la consulta a más pacientes con problemas de columna, que les acarrea problemas en la articulación mandibular o a la inversa, pacientes cuyos problemas en el eje troncal están provocando problemas en la musculatura de la boca, lo que les provoca dolores de cabeza y otras alteraciones», ha destacado el odontólogo y estomatólogo, profesor de Odontología de la Universidad del País Vasco y doctor en Cirugía e Implantología por la UPV, Manuel Gómez.
En el caso de que el trastorno se acompañe de alteraciones de la oclusión, es decir, la forma de morder, debe colocarse en la edad adecuada un tratamiento ortodóncico, para así lograr que los dientes encajen bien entre sí. Junto a ello también se pueden utilizar férulas o placas de relajación nocturna para evitar que durante la noche el paciente contraiga los maxilares de forma inconsciente, siempre y cuando no queden dientes por salir.
Algunos consejos prácticos para disminuir el bruxismo infantil que ofrecen los expertos están relacionados con evitar que los niños y adolescentes se muerdan las uñas, labios u otros objetos, como lápices o bolígrafos; así como tratar de disminuir su actividad física y mental antes de ir a la cama con baños relajantes, leyendo un cuento, paseando, o con otras técnicas de relajación.
Igualmente, también recomiendan tratar de que los más pequeños no se vayan a la cama enfadados o tristes; o que no se queden dormidos viendo la televisión o con un videojuego. Si de esta manera los síntomas persisten, lo mejor es visitar a un odontólogo para evitar que el problema se agrave.
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