El vuelco en el escenario internacional tras el acercamiento del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, y el de Rusia, Vladímir Putin, ha puesto a los 27 de la Unión Europea en alerta, entre ellos, a España. En este contexto, Pedro Sánchez explotará su perfil internacional en los próximos días, empezando con una visita este lunes a Kiev, donde reafirmará su apoyo a Volodímir Zelenski. No obstante, la política doméstica apremiará, sobre todo la que tiene que ver con las desavenencias del PSOE con sus socios: el choque con Sumar sigue enquistado y este martes entra en juego Junts con su petición de cuestión de confianza a Sánchez. Dos asuntos a los que Moncloa trata de restar importancia.
Durante las casi dos semanas de tensión en el seno de la coalición, el jefe del Ejecutivo apenas ha entrado a marcar posición y poner fin al choque. En las últimas dos sesiones de control al Gobierno trató de esquivar la crisis por la tributación de los perceptores del SMI y en la última Ejecutiva del PSOE el asunto ocupó el mínimo imprescindible. El tema central fue la política internacional, puesto que el presidente viajaba al día siguiente a París para participar en la cumbre sobre Ucrania convocada por Emmanuel Macron. Pese a las dudas que existían entre las filas socialistas sobre la decisión tomada por María Jesús Montero, Sánchez centró la reunión en homogeneizar la postura geopolítica del Gobierno.
Lo mismo hizo ante los diputados y senadores socialistas en la interparlamentaria que se celebró en el Congreso inmediatamente antes de que estallase la bomba en la coalición. Allí dio algunas pinceladas domésticas: volcarse en los territorios, esforzarse en aprobar leyes y "hacer pedagogía". Sin embargo, focalizó su intervención en ensalzar el papel de España dentro del progresismo europeo, alertar del punto de inflexión que se vive a nivel global y, sobre todo, advertir de las políticas de Donald Trump y fijar la posición socialista al respecto.
También lo hizo con Gaza, rechazando el plan de Trump para expulsar a los palestinos del territorio. "Palestina para los palestinos, Israel para los israelíes y el reconocimiento de los dos estados como fórmula de paz y coexistencia", puntualizó. De hecho, el pasado miércoles, mientras en el Congreso de los Diputados el conflicto por el salario mínimo monopolizaba el pleno, Sánchez recibía a su homólogo egipcio, Abdelfatah Al Sisi, en la Moncloa. Allí tildó de "inmoral" la posición del presidente estadounidense y le trasladó que tanto el liderazgo europeo como el árabe eran fundamentales en las conversaciones sobre Ucrania.
Esta semana el foco de Europa seguirá puesto en Kiev. El presidente francés, Emmanuel Macron, junto con el británico, Keir Starmer, viajarán a Washington para reunirse con Trump, una cita que definirá el grado de tensión entre EEUU y Europa y que puede ser clave para las negociaciones para alcanzar un acuerdo de paz en Ucrania. Sánchez, al igual la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, el presidente del Consejo Europeo, Antonio Costa, y otros comisarios europeos, comenzarán la semana en Kiev, donde se prevé una reunión con Zelenski en el marco del tercer aniversario del comienzo de la invasión rusa.
Desde el Gobierno constatan que el presidente estará muy centrado en su agenda exterior y fuentes comunitarias apuntan a que el jueves o el viernes podría haber una convocatoria a nivel comunitario. Eso sí, todo depende de lo que resulte del encuentro en Washington. De momento, se conoce que Francia y Reino Unido plantearán al estadounidense desplegar 30.000 soldados europeos en Ucrania con el fin de prevenir ataques rusos. La posición defendida por Sánchez es que el envío de tropas a Ucrania no es un tema que se deba abordar ahora, ya que la guerra continúa en el territorio y, respecto al aumento del gasto en Defensa, su postura es pedir la flexibilización de las reglas fiscales y discutir mecanismos mancomunados de financiación.
El PSOE también trasladará su postura en el Congreso. Incluso han registrado una proposición no de ley relativa a la posición de España y la Unión Europea respecto al desmantelamiento de la cooperación al desarrollo a nivel internacional por parte del nuevo Gobierno estadounidense. Y aunque por ahora Moncloa no quiere abrir la caja de Pandora del debate armamentístico que tantas fricciones ha generado entre los partidos de izquierda, algunas voces gubernamentales creen que sus socios tendrían que repensar su postura de acuerdo al panorama actual. Además, advierten de que las decisiones que se tomen sobre este asunto contarán con el sello de la Unión Europea.
En lo que atañe a la política nacional y a las tensiones con sus socios, en Moncloa insisten en restar importancia a todo lo que pueda implicar un mal trago para el Gobierno. De hecho, dan por amortizado el debate sobre la cuestión de confianza de Junts, previsto para este martes en el Congreso de los Diputados. Asumen que perderán la votación, pero lo relativizan alegando que la misma ya había perdido fuerza después de acordar con Junts la reformulación del texto. También se muestran tranquilos respecto a lo que puedan votar otros grupos y, en todo caso, insisten en que esta iniciativa no les obliga a absolutamente nada, lo que también se incluye en el texto definitivo.
También intentan aminorar la crisis del salario mínimo. Alegan que aún queda mucho tiempo por delante y que la posición socialista ya está marcada. Además, este domingo es la puesta de largo de la ministra María Jesús Montero como secretaria general del PSOE de Andalucía, por lo que las circunstancias requieren de un apoyo unánime por parte de su partido y del menor ruido posible. En todo caso, los socialistas insisten en que "no llegará la sangre al río" y, mientras tanto, intentan que esa sangre se difumine en un plano muy secundario.
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