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Caseras, sin número de serie e imposibles de rastrear: las ghost guns o 'armas fantasmas' vuelven a encender las alarmas tras el asesinato del CEO de UnitedHealthcare, Brian Thompson, el pasado 4 de diciembre en una calle de EEUU. Luigi Mangione, que está desde este jueves en custodia de la Policía de Nueva York tras haber sido acusado de matar al ejecutivo, utilizó una pistola fabricada con una impresora 3D y con «capacidad de disparar una bala de nueve milímetros» para llevar a cabo el crimen.

Este tipo de armas se caracterizan por su accesibilidad y bajo costo, ya que suelen estar compuestas por material plástico asequible, creadas mediante impresión tridimensional o a partir de un kit de piezas y ensambladas a mano. Como consecuencia, no tienen un número de serie ni están en registros oficiales que permitan su identificación o rastreo. A pesar de que su incidencia en España no es tan grave como en EEUU, fuentes de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado reconocen estar detectando un «aumento progresivo», aún leve, de este tipo de delitos.

"El fenómeno de las 'armas fantasma' en España es un problema emergente que, aunque todavía no ha alcanzado niveles alarmantes como en otros países, requiere una vigilancia constante", explica Pedro Carmona, secretario de Comunicación de la Asociación Unificada de Guardias Civiles (AUGC), a 20minutos. Según el experto, la combinación de tecnología accesible, como las impresoras 3D, y la proliferación de tutoriales en internet han facilitado la aparición de este problema.

En España, el primer taller ilegal de impresión de armas 3D fue desmantelado en 2021 en Tenerife, en cuya operación se intervinieron manuales, impresoras, piezas caseras, moldes, armas blancas, réplicas de fusiles y sustancias químicas para explosivos, entre otros elementos. Dos años más tarde, la Guardia Civil en colaboración con Europol desarticuló tres talleres clandestinos en Madrid, Jaén y León: se requisaron 42 armas de fuego -entre ellas un subfusil FGC-9, de los más letales-, más de 32.000 cartuchos, 29 silenciadores y 18 kilos de explosivos, así como diversas herramientas y maquinaria.

Ahora bien, las 'armas fantasma' representan solo una pequeña fracción de las cerca de 8.000 armas ilegales que se incautan cada año en España. Y es que la Unidad de Intervención de Armas y Explosivos de la Guardia Civil mantiene una estricta vigilancia. Así, según los últimos datos disponibles (de 2023), en el país hay registradas 2.671.016 armas bajo 1.436.865 licencias en vigor, siendo la mayoría escopetas de caza menor y armas de tiro deportivo (2.129.509) y armas largas rayadas para caza mayor (390.902).

El papel de internet y las redes sociales

La facilidad para acceder a la información y los materiales necesarios para su fabricación han convertido a las 'armas fantasma' en una preocupación creciente para las autoridades. "Conseguir los planos, adquirir las piezas necesarias y encontrar tutoriales es absurdamente sencillo, una persona que sepa cómo y dónde buscar puede lograr el croquis de una pistola en menos de una hora", traslada a este medio un armero militar bajo condición de anonimato.

"Los criminales suelen adquirir las piezas necesarias a través de plataformas de compraventa de internet, incluyendo el mercado negro", señala, por su parte, el portavoz de AUGC, que pone de ejemplo tanto los planos como cañones de metal o mecanismos de disparo. En concreto, el militar apunta a ciertas redes sociales que carecen de un control excesivo como sitios clave donde los usuarios intercambian este tipo de conocimientos y materiales.

Ahora bien, esos movimientos en internet sí son rastreables y las autoridades pueden acceder a esa búsqueda de información junto a otros datos personales, como el número de identificación del dispositivo o la dirección. Por ello, los delincuentes suelen buscar piezas que, individualmente, no están consideradas como partes esenciales de un arma para usarlas junto a las fabricadas en 3D, expresa Carmona.

Por otro lado, si bien estas armas son más básicas que las convencionales, las fuentes aseguran que son igual de peligrosas. "Son menos precisas, se pueden atascar más o romperse antes, pero pueden matar o intimidar como cualquier otra arma«, advierte el armero, al matizar que también son inseguras para quien las usa. »Son letales a corta distancia y presentan un riesgo significativo para terceras personas o para quienes las manipulan", coincide el guardia civil.

Muchas de estas armas son diseñadas para «ensamblarse y usarse de forma rápida», lo que facilita su desecho y complica aún más el trabajo de los agentes. Por esta razón, las pistolas caseras se han extendido en EEUU pero, sobre todo, entre bandas criminales que operan en Latinoamérica, donde el armero militar asegura que su uso en crímenes «es bastante común».

¿Quiénes utilizan estas armas?

Los responsables de fabricar o poseer 'armas fantasma' tienen un perfil variado. «El más común incluye tanto a integrantes del crimen organizado, que buscan armas indetectables para actividades ilícitas, como a delincuentes comunes que ven en estas armas una forma barata y discreta de acceder a armamento», indica Carmona.

De hecho, estas armas son más comunes entre grupos criminales y delincuentes con recursos limitados. "Es más rentable adquirir una impresora 3D y las piezas necesarias que equipar a cada miembro de una banda con una Glock y munición", compara el militar, que añade que la segunda opción puede costar miles de euros y requiere de una gestión que incluya el suministro y envío.

Por otro lado, las autoridades han identificado casos en los que individuos con conocimientos técnicos avanzados fabrican armas por encargo, motivados por el beneficio económico. También se han detectado jóvenes que crean estas armas como un reto personal, atraídos por la tecnología y la facilidad del proceso.

Con todo, las fuentes consultadas coinciden en que, por ahora, este fenómeno supone una amenaza de baja intensidad en España. «Son más comunes las armas que traen de fuera y no se registran», asegura el armero militar. Así, los expertos destacan que las pistolas caseras, aunque están proliferando en varios países, se utilizan en casos «muy particulares», como el asesinato de Brian Thompson.