El procesado Francisco Garzón asegura que sufrió una pérdida de conciencia situacional -no sabía en qué punto exacto de la línea se encontraba- debido a la llamada que tuvo que atender del interventor del tren. Por su parte, el ex director de seguridad de Adif, Andrés Cortabitarte, se sienta en el banquillo de los acusados debido al análisis de riesgos que debería haber implicado la adopción de medidas que minorasen la peligrosidad en ese punto. En ese lugar no estaba instalado el sistema de control de la velocidad continuo 'ERTMS', el que se aplica para la alta velocidad.
«Se vendía como seguro, cómodo, y con las tecnologías más avanzadas. La realidad era distinta», ha advertido este miércoles durante el juicio la madre de dos menores que resultaron heridas en el siniestro ferroviario. En este sentido, ha censurado que «la medida que había era ver un chalé y frenar». «En fin, sin comentarios», ha resuelto esta afectada.
Justo al inicio de la sesión, durante el turno de un joven que relataba las secuelas que le ocasionó esta tragedia, la jueza ha llamado la atención al abogado de Allianz, la aseguradora de Adif, por preguntar por cuestiones «que no constan en la causa». En concreto, el letrado ha preguntado a la víctima por un viaje a Venecia, del que el propio testigo ha recalcado que tuvo que volver en barco, por sus «miedos» y los «sudores» que afronta desde aquel día cada vez que coge un tren o un avión. «Está en las redes sociales», ha respondido el representante de la aseguradora de Adif, a lo que la jueza le ha replicado que se ciña a lo que consta en la causa.
A continuación, la magistrada ha intervenido para advertir, en este caso, a un abogado de las víctimas, por la crudeza de las cuestiones que estaba planteando a un padre que perdió a su único hijo en la curva de A Grandeira. «Era lo que guiaba nuestras vidas», se ha lamentado. La madre del chico, que estaba estudiando la carrera, no ha comparecido y ha pasado una noche «terrible», en palabras de su marido.
El caso de una mujer de mediana edad con graves secuelas, que estuvo en coma durante un mes después del siniestro, ha ocupado buena parte de esta sesión del juicio, que se centra desde hace días en la reclamación por responsabilidad civil de los afectados. El esposo de esta viajera ha expuesto que para el daño cerebral «hay poca oferta desde lo público» y, además, «mucho desconocimiento». «Te dicen: 'haz sudokus, haz crucigramas', pero no es solo esto», ha subrayado.
En una jornada en la que se han agrupado testificales previstas para este jueves (día en el que finalmente no habrá sesión), el último en declarar ha sido el hijo de una mujer, en este caso de avanzada edad, que también estuvo en coma y que tampoco ha comparecido porque «todo esto le hace un daño terrible».
«Si me permite decir una última cosa, lo único que quiere mi madre es que el juicio acabe y esté viva para ver la sentencia», ha apuntado. La jueza, que le ha dicho varias veces que siente lo que le ocurrió, ha pedido entonces que no le presione. «No me presione, que la sentencia la tengo que poner yo», ha indicado. El testigo ha añadido en ese momento que van ya 10 años desde el accidente, a lo que la titular del juzgado ha concluido recordando que ella empezó en octubre, por el mes de comienzo del juicio.
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El maquinista tomó la curva señalizada a 80, a 285 Kms/hora y además, hablando por teléfono. Sobra todo lo demás.