En toda España ha disminuido mucho desde 1976 el número de niños y jóvenes, pero hay zonas donde esta reducción ha sido «apreciablemente mayor» que en otras, como Canarias, donde «el mayor desplome de la fecundidad en los últimos 45 años» ha llevado a esta comunidad de la cabeza de España tras Murcia a ocupar, junto con Asturias, el último puesto. Hasta hace unas pocas décadas, dice este trabajo del CEU, coordinado por Alejandro Macarrón, de España se iba mucha más gente de la que venía, de modo que a finales de 1975 la población extranjera no llegaba ni al 0,5 % del total. Sin embargo, en los 20 años siguientes aumentó hasta el 2,7 el porcentaje de residentes nacidos fuera de España y en los 25 años posteriores ha subido hasta el 15,2 % (alrededor de 7,3 millones a comienzos de 2021, según el INE).
Una generación más formada
Respecto a la inmigración, el informe se detiene a revisar el «reto de enorme trascendencia» que tiene el país a la hora de «procurar la buena integración de la población inmigrante, especialmente de los jóvenes», un desafío en el que «el sector educativo, desde las primeras etapas infantiles en los colegios, hasta la universidad, ha de jugar un papel de primer orden para que, de mayores, los hijos de inmigrantes tengan las mismas oportunidades que los demás y compartan en lo esencial los mismos valores ciudadanos y afecto a España». Citando a la investigadora en el Centro de Estudios de Migraciones de la Universidad Autónoma de Barcelona Silvia Carrasco, el trabajo del CEU indica que «los alumnos extranjeros duplican el abandono escolar prematuro respecto a los alumnos autóctonos», una muestra de que «la brecha entre jóvenes inmigrantes y nacidos en España es enorme». En su conjunto, la juventud española suma «más universitarios que nunca» y, además, un porcentaje superior de mujeres que de hombres, aunque «no en los estudios para los empleos mejor pagados».
En el curso 2020-2021, según datos del Ministerio de Educación, había un 25 % más de mujeres matriculadas en facultades universitarias, pero, por ejemplo, mientras ellas doblaban y casi triplicaban a los hombres en las ramas de educación, salud y servicios sociales, ellos era más de dos tercios en carreras de ingeniería, industria y construcción y algo más de la mitad en las de administración y derecho. Por otra parte, la juventud española es de las que más tardíamente se emancipan en la UE, lo que «guarda relación con la tasa de paro juvenil, mucho más elevada en España que en el resto de Europa», aunque también con «factores culturales». Dice el informe que «la juventud española tiene el mayor porcentaje de titulados superiores de su Historia, se maneja mejor en idiomas extranjeros (inglés) y ha viajado más al extranjero que nunca», al tiempo que «los salarios de los jóvenes son bajos y muchos empleos son precarios», peores que los de muchos países de Europa, y, sin embargo, «las tasas de emigración exterior de los jóvenes son bajas».
El suicidio «no se está disparando» entre los jóvenes
Al abordar la realidad de este segmento de la población, este trabajo coordinado por Alejandro Macarrón revela, entre otros aspectos, que el suicidio es una de las primeras causas de muerte de los jóvenes en España, «pero ni es muy frecuente, ni se está disparando, como algunos dicen». Al respecto, señala que el suicidio, una de las principales causas de fallecimiento, tras los accidentes, entre estas franjas de edad, empieza a darse entre los 10 y los 19 años y bastante más entre los 20 y los 29 años, lo que no significa que los jóvenes se suiciden «mucho», sino que esta causa representa un «elevado» porcentaje de las defunciones a una edades en las que el riesgo de muerte por razones «naturales» es «bajísimo» . «España es uno de los países con menores tasas de suicidio de Europa y nuestros jóvenes se suicidan mucho menos que la media de los españoles; la propensión al suicidio, en líneas generales, tiende a crecer con la edad», subraya el estudio. Sí hay, en cambio, un mayor riesgo estadístico de muerte por homicidio, ya que -con datos de 2015 a 2019-, el 13 % de las personas que fallecieron por esta causa tenían entre 20 y 29 años, cuando eran poco más del 10 % de la población.
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