Estas viviendas, que también son las más completas en cuanto a calidad constructiva, resultan ser las únicas que aplican el Código Técnico de la Edificación de 2006, el primer reglamento que hizo obligatorio el uso del aislamiento. Hasta ese momento la norma básica de 1979 solo recomendaba utilizarlo, por lo que las casas levantadas entre 1980 y 2009 presentan una calidad creciente según avanza el año en que fueron diseñadas.
Estas son aproximadamente unas 10,6 millones, lo que representa el 49% del total, indica el informe de UVE Valoraciones sobre la eficiencia energética en los hogares españoles en función de su año de construcción.
Para Germán Pérez Barrio, presidente de la tasadora, en los edificios residenciales construidos entre 1980 y 2009 "no hay dudas sobre la necesidad de acometer obras de mejora en términos de eficiencia energética".
En esa línea, aconseja invertir en mejoras de aislamiento, tanto térmico como acústico, y en la sustitución de la fuente principal de energía.
Sustitución de fachadas en los edificios de 1950 a 1980
En cuanto al siguiente grupo de viviendas, las construidas entre 1950 y 1980, explica que están hechas, en general, con materiales de muy baja calidad, por lo que son las que plantean más dudas sobre el tipo de intervención que deberían acometer.
Pérez Barrio apunta que la mala calidad se da especialmente en la fachada, por lo que -a su juicio- "habría que valorar una sustitución total, más que una labor de aislamiento térmico, lo que implica la inhabitabilidad del edificio durante el tiempo que dura la obra".
Estas suman más de 7,5 millones y, según el análisis de la tasadora, en zonas de peor ubicación su reconstrucción podría incluso ser más costosa que el aumento de su valor tras la obra, ya que no siempre se puede rentabilizar una inversión en mejora energética solo por los ahorros de consumo.
Además, los inmuebles construidos después de 1950 y hasta 1979, cuentan generalmente con estructuras de hormigón pero muchos se construyeron con cemento aluminoso, por la rapidez de fraguar, y este material con el paso del tiempo se altera químicamente, debido al calor y a la humedad, y pierde resistencia.
Por ello, según la sociedad de tasación, las viviendas que datan de en ese periodo deberían someterse a inspecciones periódicas, dado el riesgo de colapso de, al menos, parte de su estructura.
2,1% de viviendas anteriores a 1950
El estudio también recoge que las viviendas más antiguas, las construidas antes de 1950, representan el 2,1% del parque, y comparten dos características fundamentales: su fachada se diseñó en un estilo arquitectónico anterior a la estética del movimiento moderno y la estructura no suele estar hecha de hormigón armado, sino con muros de carga y acero.
El presidente de UVE Valoraciones afirma que esta es la causa por la que presentan dificultades para aumentar su aislamiento térmico, ya que no pueden ser modificadas en la fachada, sino solamente en el interior, lo que impacta en una pérdida importante de superficie de la vivienda.
Por ello, en la fachada de estas viviendas la mejora en términos de eficiencia energética que podría llevarse a cabo es la sustitución de las ventanas por carpinterías de alta calidad con rotura de puente térmico y cristales con doble o, incluso triple cámara, además de sustituir la energía de la calefacción.
En estas casas los muros protegen de los ruidos del exterior, pero los forjados no permiten un buen aislamiento de ruido entre vecinos, por lo que los expertos valoran la incorporación de amortiguadores de impacto.
El parque total de viviendas en España que contempla este estudio es de 21,9 millones en 2022, si bien no incluye las del País Vasco y Navarra porque tienen sus propios catastros. El objetivo del Gobierno es rehabilitar energéticamente 1,2 millones de casas antes de 2030.
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