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Anna y Olivia, de 1 y 6 años, fueron asesinadas de forma planificada y premeditada por su padre, Tomás Gimeno, con el objetivo de causarle a su expareja un dolor inhumano, a la que de forma deliberada buscó dejar en la incertidumbre sobre el paradero de las pequeñas. Así lo considera la jueza instructora en su resolución del caso que pasa ahora al juzgado de Violencia sobre la Mujer de Tenerife como crimen machista.

Según la magistrada, Tomás Gimeno acabó con la vida de Anna y Olivia en su casa en la tarde noche del 27 de abril. Envolvió sus cuerpos en toallas, los introdujo después en bolsas de basura y las metió en maletas deportivas que transportó en su maletero. Paró en casa de sus padres para dejar a su perro antes de llegar al puerto, donde las cámaras registraron cómo llevaba las bolsas a su embarcación. Después, recorrió más de tres millas náuticas y las lanzó al fondo del mar, envueltas en una funda nórdica y encadenadas a un ancla, un lugar profundo y alejado de la costa donde pensó que nunca serían encontradas, estima la jueza.

Cerca de donde fue localizado el cuerpo de Olivia tras 43 días de búsqueda, se registraron sus dos últimas llamadas a la madre, a la que advirtió de que se iría con las niñas y que nunca las volvería a ver. Después, se arrojó al mar, lastrado con un cinturón de buceo. Su cuerpo, como el de su hija Anna, se seguirá buscando hasta al menos el miércoles con el buque Ángeles Alvariño, en puerto desde este sábado por una avería tras 13 días de rastreo. Mientras, se espera completar con los resultados biológicos y toxicológicos la autopsia de Olivia, que presenta en el informe preliminar un edema pulmonar por asfixia o ahogamiento.