El candidato de ERC a la presidencia de la Generalitat, Pere Aragonès, en el Auditori del Parlament de Catalunya. | Quique García

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El Parlament ha rechazado este viernes investir presidente de la Generalitat al candidato de ERC, Pere Aragonès, en primera vuelta al contar solo con el apoyo de los diputados de su grupo y de los de la CUP, por lo que se deberá someter a una segunda votación, en la que todavía no tiene garantizada su elección por la falta de acuerdo con Junts.

En la votación en esta primera vuelta de la investidura, tras 11 horas de pleno, Aragonès ha obtenido 42 votos a favor de ERC y la CUP, 32 abstenciones de Junts, y 61 votos en contra del PSC-Units, Vox, los comuns, Cs y el PP, por lo que se ha quedado a 26 votos de la mayoría absoluta necesaria para ser investido en la primera votación.

En la segunda vuelta, que se celebrará el martes 30, al candidato a la Presidencia le bastará con mayoría simple --obtener más votos a favor que en contra-- para ser elegido presidente, de manera que dependerá de si Junts mantiene la abstención o cambia su voto: en el primer escenario tampoco sería presidente y en el segundo sí que lo lograría.

Según el reglamento del Parlament y la Ley de Presidencia, la segunda votación debe realizarse dos días después de la primera, e históricamente se contabilizaban días naturales, de manera que se celebraría en domingo, sin embargo, en esta ocasión la presidenta del Parlament, Laura Borràs, ha decidido que sea el martes por criterios de «austeridad y conciliación», contabilizando solo los días hábiles.

La investidura de Aragonès está más en el aire que nunca después de escuchar la intervención del presidente de Junts en el Parlament, Albert Batet, en la primera sesión del pleno de investidura, en la que le ha recomendado que renunciara a presentarse a esa segunda votación para dar más tiempo a los equipos negociadores a llegar a un acuerdo que satisfaga sus exigencias.

Aragonès ha rechazado esta posibilidad, ya que considera que en plena crisis de la pandemia, la Generalitat no puede permitirse continuar en funciones más tiempo --este domingo se cumplen seis meses de interinidad del Ejecutivo desde la inhabilitación de Quim Torra--, y porque defiende que no hay «diferencias insalvables» con Junts para desencallar el pacto.

«Yo estoy dispuesto hoy mismo cuando acabe este pleno a reunirnos a trabajar, a hacerlo durante todo este fin de semana y a llegar a un acuerdo antes de la próxima votación», se ha ofrecido, y ha puesto como ejemplo la investidura de Carles Puigdemont en 2016 tras el paso al lado de Artur Mas, que se resolvió en pocas horas cuando, según él, había más diferencias que ahora.

REPROCHES DE JUNTS
Durante su discurso, Batet ha reprochado a Aragonès que en su intervención hablara de celebrar un nuevo referéndum de autodeterminación sin hacer mención al 1-O y ha reivindicado la labor del Consell per la República (CxRep) que preside el expresidente Carles Puigdemont y con el que los republicanos no se sienten cómodos, ya que consideran que actúa de manera partidista.

De hecho, este ha sido uno de los obstáculos que ha encallado las negociaciones, ya que Junts quiere dotar este órgano de más poder decisorio y que sea el espacio de coordinación de la estrategia independentista, algo que ERC rechaza, aunque se ha abierto a reformular el Consell para que todos los actores del independentismo se sientan igualmente representados.

Con quien sí que han cerrado un acuerdo los republicanos es con la CUP, en un pacto que incluye la creación de una mesa de partidos y entidades favorables al independentismo que se encargue del diseño de la estrategia, algo que subordinaría el papel del CxRep y que choca con las ambiciones de los de Puigdemont.

En este acuerdo con los 'cupaires', también se da dos años de margen a la mesa de diálogo, situando 2023 como la fecha en la que se evaluará si está funcionando o si hay que apostar por un nuevo «embate» con el Estado, que quieren que sea con un referéndum.

Esta mesa de diálogo, que la CUP ve con recelo pero ha accedido a dejar que ERC la explore en los próximos dos años sin que los 'cupaires' se planteen entrar en ella, también es uno de los puntos de fricción entre republicanos y Junts, pero en este caso Batet se ha dispuesto a dar una oportunidad a la negociación con el Estado, pese a mostrarse «escépticos» con su resultado.

Además, el pacto entre ERC y CUP incorpora propuestas económicas y sociales como la creación de una energética pública, una banca pública y un plan piloto para una renta básica universal, entre otras cosas, que Aragonès ha mencionado en su discurso, y que considera que no debería ser un problema para alcanzar un acuerdo con Junts porque, a su juicio, estas cuestiones son coincidentes con muchos de los puntos del programa de la formación de Puigdemont.

«PRESSINGJUNTS»
Sin embargo, Batet le ha reprochado a Aragonès que haya cerrado este acuerdo con los 'cupaires' antes que con ellos, un movimiento que ha interpretado como un intento de ERC de presionar a su partido y que ha denominado «PressingJunts», recuperando el concepto que se utilizaba cuando su partido y los republicanos trataban de convencer a la CUP de que sellaran un pacto.

Pese a la oferta de Aragonès, Batet ha insistido en la necesidad de llegar a un buen acuerdo para conseguir un verdadero gobierno «de coalición y no de colisión», así que habrá que esperar a la siguiente pleno para ver si Junts cumple su amenaza de mantener su abstención en segunda vuelta y Aragonès pierde su primera oportunidad de ser presidente o si, en este fin de semana, consiguen acercar posiciones y alcanzan un acuerdo de investidura.