Casi mil vacas permanecen encerradas en un buque anclado en la bahía de Cartagena (Murcia). Fueron embarcadas en diciembre del año pasado para ser comerciadas en puertos del norte de África, pero hasta el momento nadie ha querido desembarcarlas y hacerse cargo de ellas, por lo que llevan más de dos meses vagando de un puerto a otro, un tiempo en el que es de suponer que sus condiciones se hayan visto mermadas.
Este caso concreto de traslado de ganado vivo ha llamado la atención de los activistas por los derechos de los animales y contra el maltrato animal, que han emprendido una campaña de información que de momento ya ha llamado la atención de los medios de comunicación nacionales e incluso de la Comisión Europea.
Salieron de España con su certificado de salud en orden a finales de 2020 a bordo del buque Beit con bandera libanesa. El Karim Alab partió algo después, también con las bodegas bien cargadas, y se enfrenta a la misma problemática. En total, cerca de 3.000 vacas colocadas en estos transportes marítimos llevan semanas navegando por el Mediterráneo, y las sospechas de que puedan estar enfermas de lengua azul o fiebre aftosa, enfermedades que no afectan a los humanos, han evitado que ningún comprador se haya querido hacer cargo de ellas.
Tampoco se ha permitido el embarque de las autoridades competentes para comprobar su estado de salud, aunque se sospecha que muchos animales pueden haber muerto.
Según informa la televisión pública TVE, el capitán del barco que transportaba 900 terneros y que permanece en aguas cartageneras ha admitido ya quince muertes. Afirma que el resto se encuentran en buen estado, aunque resulta difícil de contrastar.
Al parecer, en diciembre embarcaron en el puerto de Cartagena con destino a Trípoli (Libia), donde les negaron la entrada a pesar de que los empresarios españoles propietarios de las vacas ya habían concertado su transacción. Lo intentaron en otros mercados y ha sido en vano.
Ahora, semanas después de que empezara el periplo, el Karim Alab ha vuelto a fondear frente al puerto de Cartagena y no quieren entrar a puerto por si sacrifican a las más de 800 cabezas sin estar enfermas. Por su parte, el Beit, que partió en enero de Tarragona, permanece en las inmediaciones de Chipre con los mismos problemas e incertidumbre, y más de mil animales a bordo.
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