El cardenal arzobispo de Madrid y presidente de la Conferencia Episcopal Española, Antonio María Rouco Varela, manifestó ayer durante la inauguración de la CII reunión de la Asamblea Plenaria de la Conferencia Episcopal Española (CEE) la «preocupación» de los obispos por que las «heridas» provocadas por el terrorismo no se curen por la vía del arrepentimiento; por la posible ruptura de la unidad de España y por las «leyes injustas» que afectan al matrimonio y la familia.
«Nos preocupa que las heridas causadas por el terrorismo a tantas víctimas y a la sociedad entera no se curen por el camino del arrepentimiento, del propósito de la enmienda y de la satisfacción de las víctimas. Es decir, que no se curen en su raíz por el camino del perdón y de la misericordia buscada, aceptada y concedida de corazón», señaló.
También les «preocupa» que la unidad de España pudiera llegar a «romperse». «Nos preocupa que la unión fraterna entre todos los ciudadanos de las distintas comunidades y territorios de España, con muchos siglos de historia común, pudiera llegar a romperse. La unidad de la nación española es una parte principal del bien común de nuestra sociedad que ha de ser tratada con responsabilidad moral», apuntó.
Asimismo, puso de relieve la preocupación aún viva de los obispos por «el presente y futuro del matrimonio y de la familia» a cuyo empeoramiento contribuyen las «leyes injustas» y aseguró que solicitarán «con todo respeto e incansable insistencia» a los gobernantes «un giro positivo de la legislación y de la política sobre el matrimonio y la familia», que incluye «la problemática de la bioética y el derecho a la vida».
«Sus problemas siguen siendo muy graves y de honda repercusión para el conjunto de la sociedad. Es verdad que las leyes no son ni pueden ser la única ni tal vez la principal solución de estos problemas. Pero las leyes injustas contribuyen mucho al agravamiento de los problemas. Reiteramos una vez más la necesidad de leyes reconocedoras y protectoras del matrimonio y de la familia», precisó.
Concretamente, el cardenal arzobispo explicó que «la actual legislación, que ni siquiera reconoce la realidad humana del matrimonio en su especificidad con una institución o figura jurídica adecuada, debe ser corregida y mejorada porque compromete seriamente el bien común».
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