Los indicios de que habrá una próxima operación militar contra Siria crecieron ayer, y fuentes de la Casa Blanca incluso precisaron a la cadena de televisión NBC que los ataques, por parte de Estados Unidos y sus aliados, podrían comenzar el jueves y durar tres días.
No obstante, el presidente de EEUU, Barack Obama, no tiene dudas de que el régimen sirio es responsable del uso de armas químicas y de que "debe haber una respuesta", pero aún no ha tomado una decisión sobre cómo hacerlo, dijo ayer la Casa Blanca.
El portavoz presidencial, Jay Carney, aseguró que Obama anunciará una decisión tras consultar con sus aliados y después de que se publique un informe de inteligencia sobre el denunciado ataque del pasado 21 de agosto en las afueras de Damasco, que causó más de mil muertos.
Según el diario "The Washington Post", las operaciones podrían durar no más de dos días y limitarse al lanzamiento de bombas guiadas desde el mar (con destructores o submarinos) o el uso de bombarderos aéreos de largo alcance.
El secretario de Defensa, Chuck Hagel, dijo que las fuerzas estadounidenses ya están preparados para cumplir las órdenes que les den el presidente Barack Obama.
"Hemos desplazado efectivos a la zona para ser capaces de responder a cualquier opción que decida el presidente", afirmó a la televisión británica BBC Hagel, quien posteriormente consultó telefónicamente con sus homólogos británico y francés.
Rusia no ocultó su malestar y advirtió de las "consecuencias catastróficas" de una intervención militar en Siria sin el mandato del Consejo de Seguridad de la ONU.
El portavoz de la cancillería rusa, Alexandr Lukashévich, afirmó que "los intentos de obviar el Consejo de Seguridad, creando una vez más pretextos artificiales y sin pruebas para intervenir en la región pueden derivar en más sufrimiento en Siria y consecuencias catastróficas para otros países de Oriente Medio y el norte de África". Rusia, en su apoyo a Damasco, no se cansa de repetir que estas acusaciones son muy parecidas a las que hace diez años se usaron como pretexto por Estados Unidos y sus aliados para atacar Irak y derrocar el régimen de Sadam Husein, que a la postre resultaron ser falsas.
Las conjeturas de que una operación militar contra Siria podría ser inminente fueron reforzadas por la decisión del primer ministro británico, David Camerón, de acortar sus vacaciones y convocar, para el jueves, una sesión especial del Parlamento para que los diputados se pronuncien sobre "cuál será la respuesta del Reino Unido ante los ataques con armas químicas".
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