De Guindos. El ministro de Economía explicó que la nueva entidad debe ser rentable - Reuters

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El Gobierno aprobó ayer su tercera reforma financiera, que entre otras novedades crea un "banco malo", una sociedad que podrá vender los activos tóxicos de la banca en hasta 10 ó 15 años y que estará controlada por inversores privados, que podrán contar con ayudas públicas para financiar su entrada.

Según el ministro de Economía y Competitividad, Luis de Guindos, la reforma financiera nace con el objetivo de ser uno de los "elementos fundamentales para salir de la crisis" y que "no cueste un euro al contribuyente".
Precisamente, el "mal llamado banco malo", ya que según De Guindos comprará "activos no tan malos", tendrá como principal objetivo no incurrir en pérdidas, gracias a los bajos precios que pagará cuando compre los activos en el mes de diciembre (se constituirá un mes antes).

Fuentes de Economía aseguran que esos precios podrían ser incluso más bajos que los que tienen provisionados las entidades financieras, de modo que habrá "perspectivas de rentabilidad adecuada" para atraer a inversores privados.
Como contrapartida, los bajos precios -que fijará en última instancia el Banco de España- pueden suponer un "esfuerzo o pérdida adicional" para la banca, que "no puede ser significativa" dados los elevados saneamientos realizados.

El capital inicial será aportado por el Fondo de Reestructuración Ordenada Bancaria (FROB) con parte de los 100.000 millones de euros aportados por Bruselas para sanear el sistema financiero, aunque el organismo no podrá alcanzar en ningún caso el 50 % de las acciones.
El banco malo, que entrará en funcionamiento en noviembre, pagará a las entidades financieras con efectivo, acciones o deuda avalada por el Estado que podrán descontar en el Banco Central Europeo (BCE).