Dos militares estadounidenses murieron ayer tiroteados por un supuesto talibán dentro de la sede del Ministerio afgano del Interior, en una nueva jornada de violencia y protestas por la quema de ejemplares del Corán en la base de Bagram, la mayor de las utilizadas por EEUU en Afganistán.
Tras horas de especulaciones, el jefe de la misión de la OTAN en Afganistán, John Allen, reconoció que se había visto obligado a replegar a raíz del hecho, "por razones obvias de protección", a todo su personal presente en Ministerios de Kabul.
"Estamos investigando el crimen y seguiremos todas las pistas para encontrar a la persona responsable. El agresor es un cobarde y sus acciones no quedarán sin respuesta", afirmó Allen en un comunicado de prensa.
La misión de la OTAN en Afganistán (ISAF) emitió un escueto comunicado previo en el que había reconocido que un "individuo dirigió su arma" contra miembros de la Alianza en Kabul, y que "mató a dos de ellos".
Medios locales afirmaron que los dos fallecidos son un mayor y un coronel del Ejército de Estados Unidos, y también que en algún momento se produjo una "discusión verbal" entre las víctimas y el agresor, aunque no llegaron a identificar sus fuentes.
"La identidad del agresor todavía no está clara", aseguró a Efe el jefe de la brigada criminal de Kabul, Mohamed Zahir.
Del ataque se responsabilizaron, sin embargo, horas después los talibanes.
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