Una semana después del operativo militar de EE.UU. que mató a Osama Bin Laden continúan las dudas sobre el rol de Pakistán, país en el que estaba el líder de Al Qaeda, y el presidente Barack Obama urgió ayer a Islamabad a que realice una "investigación".
Las declaraciones de Obama ahondan en la preocupación expresada por altos funcionarios de Washington sobre la posibilidad de que Pakistán conociera que Osama Bin Laden se escondía en una residencia en Abbottabad, una localidad apenas a 50 kilómetros al norte de la capital paquistaní.
El consejero de Seguridad Nacional, Tom Donilon, escenificó esas dudas al señalar durante una entrevista en el canal ABC que "hasta la fecha no hay evidencia política o militar de que Pakistán conociera que Bin Laden estaba en su territorio". Sin embargo, añadió inmediatamente después que hay que reconocer "el hecho de que Osama Bin Laden estaba escondido a apenas 50 kilómetros de la capital paquistaní en una localidad que se considera eminentemente militar". Por ello, Donilon subrayó la necesidad de una "investigación a fondo" por parte de las autoridades paquistaníes.
Algunos congresistas de EE.UU. han recomendado suspender la importante ayuda militar que recibe Pakistán por parte de EE.UU. para luchar contra el terrorismo hasta que se aclare si existía conocimiento por parte de las autoridades de Islamabad.
El senador republicano por Indiana, Richard Lugar, afirmó que le parece "lógico que si Osama Bin Laden llevaba en esa casa seis años, en un grupo de gente conectada con los militares, entonces un montón de gente en Pakistán conocería su paradero". No obstante, se mostró en contra de la cancelación de la ayuda militar a Pakistán ya que es "un país fundamental" en la lucha contra el terrorismo.
Por su parte, el embajador de Pakistán en EE.UU., Husein Haqqani, rechazó estas acusaciones con vehemencia y aseguró que su país ya ha iniciado una investigación. "Caerán cabezas una vez que la investigación haya sido completada. La investigación está en marcha y tendremos tolerancia cero si se descubre complicidad", dijo en una entrevista también en ABC.
Lo cierto es que las relaciones entre ambas naciones, que en público se califican de "socios y aliados", han vuelto a tensarse tras la operación del pasado domingo, en la que un comando de elite de EE.UU. entró en territorio paquistaní para eliminar al líder de Al Qaeda. Washington solo avisó a Islamabad una vez que la operación hubo culminado y los soldados de EE.UU. estaban de regreso en la base de Afganistán desde la que se lanzó el ataque.
Donilon explicó ayer que se tomó esta decisión "no por una cuestión de confianza en las autoridades paquistaníes" sino para "proteger la seguridad de la operación".
Como respuesta, el Gobierno y la cúpula militar paquistaní advirtieron el jueves que la operación de EE.UU. podría constituir una violación de la soberanía del país y remarcaron que de repetirse someterían a revisión la cooperación militar con Washington.
Otras voces llamaron ayer a pasar la página y dejar atrás la polémica en torno a la supuesta legalidad del operativo militar que mató a Bin Laden de un disparo en el pecho y otro en la cabeza. "Creo que los SEAL (el comando de elite la Marina) hizo exactamente lo que tenían que hacer. Debemos callarnos y dejar de darle vueltas a lo que ocurrió en ese edificio", dijo John Kerry, presidente del Comité de Relaciones Exteriores del Senado y candidato presidencia demócrata en 2004.
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