Alejandro Torrens, junto a su Fiat 509 de 1928. | Pere Bota

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Alejandro Torrens decidió un día que quería tener un coche clásico y tuvo la oportunidad de comprar este precioso Fiat 509 de 1928, un modelo producido por italiano automotive fabricante de Fiat entre 1925 y 1929 como sustitución del 501.

Aproximadamente se fabricaron 90.000 unidades de este modelo. A partir de 1926 se realizaron mejoras en el vehículo y aparecieron diversas versiones con modelos deportivos y otros dedicados al transporte público, como taxis y alguna que otra versión comercial.

cotxe calsic.

Compra por internet

Alejandro compró el vehículo por internet en una conocida web de anuncios. Lo encontró en Inca en 2008 y nos comenta que el coche estaba en buen estado, tenía algunos problemas eléctricos que dificultaban su puesta en marcha. También nos decía nuestro protagonista que su idea inicial no era comprar un coche de estos, pero una vez que lo vio quedó sorprendido por su buen estado y decidió hacer una oferta para comprarlo.

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No cuenta Alejandro que hace ya veinte años que le entró el gusanillos de los clásicos, - durante una época perteneció al Club Es Pitó que se dedican básicamente a las motos,- y con ellas empezó esta aventura, luego decidió dar el paso a los coches y por eso buscó un vehículo diferente, como es este con una baja fabricación de ahí que sea difícil verlo por las carreteras de la Isla.

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Nuestro protagonista, empleado de la aerolínea irlandesa Ryanair, reconoce que aunque tiene tiempo para poder dedicarse a restaurar coches no lo hace ya que sus nociones de mecánica son muy limitadas, aunque suele hacer sus pinitos con chapa y pintura y arreglos muy básicos de mecánica, pero ello no le desanima y aunque reconoce que eso puede ser un handicap, lo único que tiene de malo es que si acomete una restauración necesita más tiempo que otras personas que suelen tener conocimiento más avanzados de mecánica.

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Un coche para pasear

Sobre el coche nos comenta que es una verdadera joya y que lo utiliza poco por una cuestión de potencia del vehículo. Reconoce que su marcha ideal es de unos 40 kilómetros a la hora, una velocidad que hoy en día crea muchos problemas de tráfico al resto de automovilistas, pero es ideal para a tomar un café sin prisas.

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También nos comentó que ya está trabajando en otro proyecto que es también lo considera ilusionante, se trata de la restauración de un Citroën C-5 de 1922, otra de esas joyas de los años veinte que hicieron disfrutar a los conductores de la aquella época.