Bernardo Sureda comparte con su familia la afición a los coches clásicos y suele acudir junto a su esposa Bárbara y su hija pequeña a las concentraciones de coches que organizan un grupo de amigos en Algaida, localidad en la que vive y trabaja. Tiene tres coches muy diferentes: una joya de 1926, un Seat 600 de los años sesenta y este precioso Triumph Spitfire de 1972, que no utiliza mucho, pues el vehículo es muy bajo y a cierta edad y con unos kilos de más el entrar y salir no es nada cómodo. Tampoco a su esposa Bárbara le vuelvo loca el coche, por no ser nada práctico, algo que aprovecha su hija menor para ser la que más disfruta de su conducción.
El motor en Mallorca
El Triumph Spitfire de 1972, un deportivo universal
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