Las islas remotas de San Pedro y Miquelón. | Felix Dilly

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Para alguien residente en Mallorca, las costas de Terranova se antojan remotísimas. Frente a ellas se erige un archipiélago con una historia de película. Sus primeros asentamientos hablaban euskera y con los años pasó por manos de ingleses y franceses. De hecho, actualmente San Pedro y Miquelón constituye una parte de los dominios de Francia en ultramar. Este singular pedazo de tierra insular poblado por unos pocos miles de habitantes ha cobrado relevancia de forma involuntaria. Y es que es uno de los más afectados por los aranceles indiscriminados de Donald Trump.

A las islas situadas junto a Canadá, de administración francesa pero no por ello parte de la Unión Europea como tal, les ha correspondido un gravamen del 50 %. Se trata de un rincón oceánico próspero, con grandes caladeros para la pesca, y que también recibe turismo. No obstante su saldo comercial con Estados Unidos está actualmente desequilibrado, lo que conlleva la decisión de la Administración Trump de ‘corresponderlo’ con esta medida. Hay que recordar que Trump ha dispuesto aranceles de entorno al 20 por ciento a la Unión Europea, que en caso de China llegan a sobrepasar el 50 por ciento.

Qué podemos decir de San Pedro y Miquelón. Los primeros en establecerse fueron balleneros vascos; de ahí que la bandera de las islas conserve en un cuadrante de su superficie la ikurriña. Los siglos XVIII y XIX estuvieron marcados por idas y venidas sobre su soberanía. Los lugareños vivieron escasas décadas de tranquilidad y diversos periodos sangrientos protagonizados por ingleses y franceses. Incluso los tiempos de la Segunda Guerra Mundial auspiciaron algunos enfrentamientos entre París y Washington, y Canadá ha estado tentado alguna vez de maniobrar para poseerlo.

La bandera del archipiélago norteamericano. Foto: OpenClipart-Vectors.

La población local de San Pedro y Miquelón mira con expectación a los días en los que la guerra comercial acapara de cada vez un mayor protagonismo. En Francia preocupan especialmente los impactos sobre el sector primario que pueden acarrear los aranceles de Trump. En las últimas horas se han producido pronunciamientos de productores vitivinícolas o del segmento del coñac, un sector que hasta ahora movía cifras entorno a los 3.000 millones de dólares.