Partidarios del PKK con imágenes de su líder. | Reuters - Umit Bektas

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Abdullah Ocalan, el encarcelado líder intelectual y fundador del PKK, la guerrilla kurda de Turquía, hizo este jueves un llamamiento a la entrega de las armas y al fin de la violencia, para acabar con un conflicto que dura 40 años y en el que han muerto, en combates y atentados, más de 45.000 personas.

«Todos los grupos deberían abandonar las armas. El PKK debería disolverse. Hago este llamamiento y asumo la responsabilidad histórica», aseguró Ocalan en un mensaje leído en una rueda de prensa por miembros del DEM, el partido progresista y pro kurdo, que se reunieron con él en la prisión donde cumple cadena perpetua desde 1999. En ese mensaje, cuya lectura fue retransmitida en directo desde un hotel de Estambul, el fundador del PKK dijo que la guerrilla fue fundada en un momento de opresión y rechazo a los kurdos. «Llamo al PKK a que celebre un congreso y decida su disolución», reclamó Ocalan en su misiva.

El llamamiento al fin de la lucha armada del PKK llega tras varios meses de contactos indirectos con el Gobierno y ante la incertidumbre de si los comandantes sobre el terreno de la guerrilla kurda aceptan el mensaje del histórico líder. Öcalan fundó el Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK) en 1978 con el objetivo de crear un país independiente, unificando zonas de Turquía, Irán, Irak y Siria donde se concentran los kurdos.

La primera acción de la guerrilla fue el 15 de agosto de 1984, cuando los rebeles kurdos atacaron y tomaron durante varias horas el control de Eruh y Şemdinli, dos localidades del sureste de Turquía. Desde entonces, se estima que más de 45.000 personas han muerto en atentados, ataques y operaciones militares de esta guerra no declarada con el Estado turco.

Öcalan fue detenido el 15 de febrero de 1999 en una operación de los servicios secretos turcos en Kenia, trasladado a Turquía, juzgado por alta traición y condenado a cadena perpetua, que cumple en régimen de aislamiento en la prisión-isla de Imrali, frente a la costa de Estambul. El llamamiento del fundador del PKK llega tras meses de contactos entre el partido progresista prokurdo DEM y el Gobierno islamista turco. No ha habido de momento, al menos oficialmente, contactos directos entre la guerrilla y la autoridades turcas.

El nuevo intento de acabar con el conflicto comenzó el pasado octubre cuando Devlet Bahçeli, el líder del partido ultranacionalista MHP y aliado del presidente turco, Recep Tayyip Erdpogan, propuso que Öcalan acudiera al Parlamento para pedir públicamente el fin de la violencia. Desde entonces, diputados del DEM se han reunido tres veces, la última hoy mismo, con Öcalan en prisión, creando expectativas de que se pudiera producir un llamamiento al alto el fuego.

Derechos para los kurdos

El PKK y Öcalan abandonaron hace tiempo su pretensión de lograr la independencia de entre los 10 y 15 millones de kurdos de Turquía, el 18 % de la población. Ahora reclaman más derechos políticos y culturales para una minoría sometida a represión por el mero hecho de no usar el turco como su idioma principal y reivindicar su condición de kurdos. Este intento de acabar con el conflicto no es el primero.

El PKK declaró en 1999 de forma unilateral un alto el fuego que duró hasta 2004, cuando el ala dura de la guerrilla se hizo con el control de la organización. Cinco años después, el Gobierno turco, entonces ya en manos del islamista AKP de Erdogan, y el PKK retomaron las negociaciones, que se interrumpieron en 2011 cuando la guerrilla mató a trece soldados. Una nueva ronda de contactos comenzó en diciembre de 2012 y Öcalan anunció un nuevo alto el fuego que se interrumpió en julio de 2015.

El laboratorio de ideas International Crisis Group estima que desde entonces han muerto más de 7.000 personas, de ellos 646 civiles, 1.494 miembros de las fuerzas de seguridad turcas y casi 4.800 guerrilleros. Aunque los ataques del PKK y las acciones militares contra la guerrilla han decrecido en suelo turco, la violencia aumentó en el norte de Irak, donde el Ejército de Turquía bombardea regularmente las bases de la guerrilla y, sobre todo, en Siria.

Siria en la ecuación

Turquía ocupa desde 2016 una amplia franja de terreno en el país vecino y combate allí a las YPG, una milicia kurdo-siria que Ankara considera una mera filial del PKK. Aunque hay vínculos claros entre las dos organizaciones, las YPG han sido durante años aliadas de Estados Unidos en su lucha contra el yihadista Estado Islámico, mientras que el PKK es considerado terrorista tanto por Washington como por la Unión Europea. Muchos analistas vinculan este nuevo proceso de paz con la reciente caída de la dictadura de Bachar Al Asad en Siria, ya que Turquía teme que las YPG puedan afianzar ahora su control sobre las regiones que ya controlan.

En esto influirá también si el nuevo presidente de Estados Unidos, Donald Trump, mantiene el apoyo a la milicia kurdo-siria. Con todo, que el fundador del PKK haya pedido que se depongan las armas no significa que vaya a ser escuchado. Aunque sigue siendo el líder ideológico y de alguna manera espiritual de la guerrilla, los comandantes del PKK tiene mucho que decir en este asunto.

El pasado 6 de febrero, Murat Karayilan, presidente del consejo que dirige las actividades del PKK, dudó desde su exilio en Irak que una petición de Öcalan desde la cárcel sea suficiente para que las «decenas de miles» de guerrilleros la acepten. En declaraciones a medios pro kurdos, Karayilan planteó que Öcalan debe ser capaz de dirigirse a los guerrilleros de forma libre e incluso participar, aunque sea de forma telemática, en un eventual congreso del PKK en el que se debata y decida acabar con la lucha armada. La puesta en libertad de Öcalan, o el fin de su régimen de aislamiento, han sido desde siempre una exigencia del PKK y de otros grupos kurdos de Turquía.